Sábado 18 de junio. Frío. De todos modos en el puente que une al complejo Dinosaurio Mall con el Orfeo los fanáticos le hacen frente y esperan con sus remeras mangas cortas que llevan sí o sí la imagen de Charly García. Todos entrando lento, tranquilos, sentándose y esperando al ídolo, pacientes, con algún que otro grito de “genio” o “grande”. Y aplaudiendo para que la noche fuese tomando color y calor.
Pasadas las 21.30, cada uno de los músicos del ex comandante Say No More empezó a subir al escenario. Y la gente aumentaba su intensidad en aullidos sabiendo que iba a entrar “él”. Con un traje negro y un sombrero gris con el que jugó toda la noche, subía Carlos Alberto García Moreno, devenido y mitificado en Charly García.
Su primer tema fue “Cerca de la revolución”, tras saludar con un “Buenas noches, otra vez. Me encantan los cordobeses”. Siguieron éxitos como “Pasajera en trance”, “Fanky”, “Los dinosaurios” y “Confesiones de invierno” de Sui Generis en el momento más tranquilo de la noche.
“No importa” de su último trabajo y “Me siento mucho mejor” fueron los últimos temas de la primera parte. El intervalo de no más de cinco minutos se desarrolló con música clásica. “Es aburrida, por eso vamos a tocar rock que también es clásico”, aseguró y continuó con su característico buen humor: “Fin de primera parte, ahora viene el intervalo… Fin del intervalo, ahora viene la segunda parte”.

En el nombre del padre

“No creo en gurúes ni en nada de eso, pero lo hagamos por él, por Cerati” fue lo previo a “Rezo por vos”. A continuación “Yendo de la cama al living”, “Estoy verde”, “Hablando a tu corazón”, “Demoliendo hoteles”, “Canción para mi muerte”, “Eiti Leda” de Serú Giran y “Popotito” fueron las últimas canciones en una noche donde se brindó entero en el show.
“Estamos contentos de estar acá y bla, bla, bla” y “Somos la mejor banda, Say No More”, fueron las últimas palabras de un Charly que estuvo acompañado de una banda con la que puede elegir los temas y los momentos adecuados y que es cómplice de él cuando constantemente se desvía desde el piano hacia micrófono y por todo el escenario.
Para las 23.25 el “Chau, gracias” de Charly parecía poco y la gente esperó casi media hora más hasta que los técnicos empezaran a desarmar todo el escenario. La gente se quedaba y aplaudía. Y pedía. Y gritaba por Charly, sabiendo que por más que tocara dos jornadas seguidas no alcanzaría.
Ya cuando la gente se iba estaba cerca el Día del Padre. Y sin pensarlo, ahí se puede entender quién es Charly García. Uno de los padres musicales de todas las generaciones que el sábado sumaron unas 5.500 personas. Uno o él padre del rock argentino y de la identidad que no sólo se da por llevar remeras con su nombre.

Juan José Coronell
Especial para EL DIARIO