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La primera rotonda hacia la autopista. Por el momento, no creen que la ciudad se extienda hacia ese sector |
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"Y... los chicos crecen", estaría uno tentado de decirle a don Manuel Anselmo Ocampo sentado allí, en su mecedora, tomando mates y viendo que los límites de la Villa se extienden más allá de donde lo habían hecho sus sueños de fundador. Y crece tridimensionalmente, a lo largo, a lo ancho y a lo alto. Y tal como un chico que crece, lo va haciendo un poco a tontas y a locas, otro poco, en forma planificada y otro poco, como se puede, con el presente de todos los días, que corre carreritas con el futuro arrastrando el lastre necesario e insoslayable del pasado. La verdad es que no hay una planificación urbanística para el sostenido crecimiento edilicio y por ende poblacional que está experimentando Villa María, o al menos, no se la vislumbra como factible en el corto plazo, en el que se plantea la necesidad real. Los corredores inmobiliarios coinciden en señalar que "la gran mayoría de los departamentos que se construyen en la ciudad están habitados. Hay quienes los compran como una inversión y no lo ocupan, pero, en general, los ocupan los propios dueños o los alquilan", lo que implica un crecimiento poblacional considerable. Y la realidad diaria indica que no hay infraestructura en servicios con capacidad para responder a las crecientes demandas. Este sería un importante límite a la hora de crecer; el otro, está en nuestras manos. De acá hasta acá, y más allá... Cuando de límites hablamos, hay que aclarar varios aspectos. En principio, y para empezar con una obviedad, hay que considerar el río, hacia el suroeste. Hacia el norte, por el momento, la ruta pesada, a la cual, en la jerga inmobiliaria se la conoce como "la Muralla China". Los terrenos valen la mitad, del otro lado, pero es muy difícil vender y construir hacia aquel sector. "Cuando la ruta pesada se convierta en avenida, una vez que ya no circulen más camiones, como hoy, el límite de la ciudad, hacia el norte, será la autopista." Hacia el este, el límite, un poco por mandato del uso y la costumbre, es el barrio Industrial. "Es difícil que se construyan barrios más allá de la ruta 2, camino a Ana Zumarán. Puede que siga creciendo el sector industrial de la ciudad, pero barrios, es poco probable", aseguran. "En el oeste, está el agite", dice la canción de Divididos. Hacia allá va la ciudad expandiéndose, creciendo, pidiendo pista para construir barrios, y proyectos sobran. En el oeste está el Campus de la Universidad Nacional de Villa María, y el predio de Sociedad Rural, que pronto quedará muy cerca del centro. De "la vuelta al perro" al "down town" Lejos quedaron los días de "la vuelta al perro", cuando el centro tenía cuatro cuadras y gran parte de actividad social se concentraba en ellas. Confiterías, boliches, cines y los comercios más granados; la crème de la crème. Hoy, los boliches están ubicados en las afueras, el centro comercial de la ciudad extendió sus brazos inclusive " del otro lado de las vías"y las únicas tres salas de cine que quedan amenazan con instalarse en el Hiper Libertad. Entonces, la ciudad crece; "la vuelta al perro" quedará como aquel mítico paseo que hoy podríamos circunscribir a lo que, en todas las ciudades pujantes y modernas del mundo se conoce como el "down town", viste.
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