Tras un año y medio de espectáculos, veladas integrales, funciones musicales, muestras pictóricas, actuaciones teatrales, lectura de poesías, ferias artesanales, reuniones y debates, dictado de talleres artísticos y complementarios, cafés, picadas, pizzas y vinos, delirios habidos y por haber, la casa de arte BauHaus cerró su ciclo inaugural el domingo pasado en la sede de calle Mendoza 534.
El actor y hacedor cultural, Juan Pablo Amante, dio por concluida la primera etapa de trabajo en dicha casona refuncionalizada aunque no clausuró definitivamente su proyecto artístico que, según adelantó a EL DIARIO, conservará el nombre (BauHaus) y tendrá0 un carácter periódico e itinerante.
“Mi idea será realizar una muestra integral de teatro, música y arte visual una vez al mes, como una suerte de encuentro multiartístico, en un lugar a designar que después podamos rotar en otros espacios. Tal vez, coordinando con la revista Miró”, indicó.
La causa que generó la retirada es respondida con una frase que ahora repite en la consulta coyuntural pero que fuera expresada tiempo atrás en el muro de su Facebook: “Tengo mentalidad de artista, no de empresario”. Mantener los números en regla, de gastos y sueldos, contando para sí sólo con los aportes en consumo de los clientes/espectadores que asistían a los diferentes shows (el cobro de las entradas se derivaba al correspondiente artista en cada velada), no alcanzaba para mantener tal estructura.

s Una estimulante usina creativa

Vale recordar que la apertura de la casona data de marzo de 2010 y en el marco de un proyecto original totalmente distinto. El joven emprendedor Diego Caisutti, a cargo de las oficinas de Grupo Urbano, ideó abrir una peluquería y un centro de estética en el lugar, con un bar incorporado que iba a estar a cargo de Amante. Finalmente la propuesta se reconvirtió en un café bar con talleres artísticos y presentaciones durante los fines de semana, junto a la participación especial del elenco teatral Keskesé, donde participa Juan Pablo.
A los tres meses, la sociedad constiuida entre Caisutti -quien también hacía las veces de cocinero- y Amante se desintegra en buenos términos, quedando luego el actor como única cara visible.
Más allá de ese reacomodamiento, al poco tiempo el espacio había acumulado legitimidad en los escenarios alternativos de la Villa, destinado a un público reducido -por el espacio- y con una propuesta bien variada. En los últimos meses, se había alcanzado a brindar espectáculos durante cuatro días consecutivos, con teatro (jueves y domingo) y música, apertura de muestras y otras opciones (viernes y sábado).
Gracias a esa apertura de posibilidades, se había erigido como una estimulante usina creativa para artistas jóvenes y no tan jóvenes. Dentro de sus instalaciones se lograron desarrollar diferentes intervenciones (utilizando todas las habitaciones de la casa), actividades integrales (como la muestra “Documentos Locales de Identidad” con la participación de músicos, actores, arquitectos y hacedores visuales sobre la dictadura), y performances en el patio en temporada veraniega con acrobacias en tela y sketches cómicos en una pequeña pileta.
El último fin de semana incluyó el recital de Warmis, un espectáculo de clown y una obra teatral. “La gente se iba cabizbaja. Al duelo lo están haciendo ellos más que yo (risas). Es sólo una etapa cumplida”, concluyó Juan Pablo.

J.R.S.