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2 de Julio de 2011
Sobre el Tercer Encuentro Internacional “La Economía de los Trabajadores” México DF, junio 2011
Para pensar y disputar una nueva economía desde los trabajadores
Entre el 9 y el 11 de junio de este año se llevó a cabo en la ciudad de México un encuentro internacional de economía autogestionada por trabajadores
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Cubanos y norteamericanos exponen en uno de los foros del Tercer Encuentro Internacional realizado en México - Dos miembros de EL DIARIO - Intelectuales y trabajadores de distintas latitudes compartieron intensas y provechosas jornadas de intercambio
Organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México - Xochimilco - Iztapalapa - Azcapozalco - en conjunto con la estrecha colaboración del Programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a cargo de Andrés Ruggeri, se llevó a cabo en tierras aztecas, entre el 9 y el 11 del pasado mes de junio el Tercer Encuentro Internacional “La Economía de los Trabajadores, pensar y disputar una nueva economía desde los trabajadores y la autogestión”.
El evento contó con la presencia de representantes de México, USA, Canadá, Cuba, Haití, Colombia, Perú, Brasil, Uruguay, Australia, Austria, Irlanda y Argentina.
En este último caso, fueron invitados a exponer sus experiencias, entre otros, dos asociados de la Cooperativa de Trabajo Comunicar, editora de EL DIARIO del centro del país.
Los ejes temáticos que fueron abordados durante el congreso en el que intercambiaron reflexiones y experiencias trabajadores, pensadores y teóricos en materia laboral, fueron los siguientes:
- Crítica de la gestión capitalista de la economía y propuestas de autogestión global.
- La nueva crisis del capitalismo global: análisis y respuestas desde la economía de los trabajadores.
- La autogestión, balance histórico: de las comunidades tradicionales al movimiento obrero.
- La autogestión en la etapa actual: sus problemas y potencialidades. Empresas recuperadas, cooperativas, emprendimientos autogestionarios de los pueblos originarios, campesinos y de los movimientos sociales.
-Autogestión y género: creando democracia.
- La experiencia socialista: crítica, pasado y futuro.
- Los desafíos de la experiencia sindical en el capitalismo neoliberal global.
- Trabajo informal, precario y servil: ¿exclusión social o reformulación de las formas del trabajo en el capitalismo global?
- La Universidad, trabajadores y movimientos sociales: debate acerca de metodologías y prácticas de construcción mutua.

Algunos conceptos

Durante las intensas jornadas de trabajo en las que pensadores y obreros vertieron el producto de sus reflexiones de las que mencionaremos algunos citas a modo de ejemplo y convencidos de que abonan el adagio popular que asegura que para muestra basta un “botón”:
El teórico norteamericano Eugene Gogol fue contundente al referirse al capitalismo: “Este sistema es un fraude”, dijo, plantando así las bases para la reflexión desde una nueva perspectiva.
“El neoliberalismo mostró ya su fracaso: lo hizo en Argentina en 2001, en USA en 2008 y en España este año”, señaló el profesor Andrés Ruggeri de la UBA.
En tanto que el estadounidense David Barkin, estudioso del movimiento cooperativo, confesó que para él “visitar una Empresa Recuperada (ER) es hacer un viaje al futuro es hacer un viaje a la utopía”.
“Las ER enfrentaron sin experiencia ni más ni menos que la redistribución de la riqueza.”
Luego se destacó que en Argentina son casi 250 las ER y casi 10 mil los trabajadores que a partir de un cambio de la sociedad desde la raíz , con sus pequeñas experiencias, dan muestras de que es posible un cambio de paradigma.
“El socialismo no es socialismo desde arriba sino desde abajo”, expresó Bob Stome, del Centro para la Justicia Global.
“Volver a leer las fuentes originales de la historia es sinónimo de Cardenismo”, propuso el mexicano Ignacio López.
En tanto que uno de los trabajadores de una cooperativa recuperada fue contundente al señalar que: “Nosotros (ER) no enfrentamos al Estado le ofrecemos alternativas.”

La hora del hombre

En los últimos tiempos, el cooperativismo y las empresas autogestionadas por sus propios trabajadores, las fábricas sin patrones, en fin, el asociativismo en sus diversos modelos de gestión, han cobrado gran protagonismo en la escena de la economía mundial y llaman la atención de pensadores, teóricos y profesionales de las diversas áreas, quienes han empezado a pensar en este “fenómeno”, como “la nueva revolución”, la vanguardia en materia de relaciones laborales y medios de producción.
Una vez más, la teoría va en pos de la praxis, ya que en la mayoría de los casos, las experiencias cooperativas del mundo occidental, y sobre todo las de las Empresas Recuperadas y Autogestionadas por los Trabajadores, nacen en un contexto de coyunturas de crisis - al parecer inevitables - en las que derivan los procesos neoliberales en los distintos países. Hoy, Grecia, España, Portugal e Italia, sólo por nombrar cuatro países que integran la Unión Europea (UE).
Y en esos contextos críticos, intentando salvaguardar la fuente de trabajo, movidos más por la coyuntura y la urgencia de cubrir las necesidades básicas que por el interés de llevar a la praxis cualquier elaboración teórica acerca del asociativismo, es que se empieza a ejercer el cooperativismo.
Es decir, no como una necesidad de crear fuentes de trabajo en sentido verticalista, de arriba hacia abajo, sino como respuesta a una necesidad de trabajar, que surje de abajo hacia arriba.
Porque ha quedado demostrado que lo único que se puede construir desde arriba hacia abajo, es un pozo.
Claro que una vez que se puso en marca la experiencia cooperativa es necesario e inevitable reflexionar, pensar, pensarse, pero pensarse también movido por la necesidad de ir dando forma a un proceso extremadamente dinámico, que va exigiendo respuestas a problemas concretos.
Pero no queremos extendernos aquí en análisis de la macroeconomía, sino más bien, preferimos concentrarnos en las experiencias cooperativas que han sido una opción sustentable y sostenida en el tiempo para salir de las mencionadas crisis. Tal el caso de la Cooperativa de Cartoneros de La Matanza (provincia de Buenos Aires) o el de Inkworks Press (imprenta de laciudad de Berkeley, EE.UU.) o el de la Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Pascual (aguas gasificadas de la ciudad de México), por citar algunos ejemplos de empresas recuperadas a nivel mundial.
Desde luego, para comenzar a comprender (y mucho más para ejercer en la práctica diaria) la opción cooperativa como salida posible, hay que cambiar de perspectiva, de paradigma. Y para ello, hay que poner al hombre en el centro de la escena, más no como lobo de sí mismo, sino como su hermano; como un ser orgánico, como parte necesaria pero no imprescindible de un entramado que nos contiene, nos sostiene, y por eso mismo nos compromete y nos obliga. Hay que cambiar la cabeza.
Es verdad que la tarea demanda esfuerzo porque se trata de luchar contra una cultura milenaria cimentada en el individualismo y la injustica en todas sus expresiones, muchas de ellas celebradas y justificadas incluso por quienes creemos pensar distinto; es verdad que exige una mirada autocrítica profunda; pero no es menos verdad que es absolutamente posible conseguirlo.
Ser cooperativista es un trabajo, un trabajo social, un trabajo cuyo producto es aquel tan mentado "hombre nuevo", con otra conciencia.

Todos somos el otro

Discutir con aspiraciones ontológicas acerca de si el hombre es por naturaleza egoísta o por el contrario un ser social (no sociable, sino social), es como discutir sobre el sexo de los ángeles o sobre quién fue primero, si el huevo o la gallina. Y mientras argumentamos, el barco se hunde y la tripulación no advierte que lo importante es remar hacia la orilla, sacar el agua del casco, poner parches y otras menudencias que pueden hacer la diferencia entre salvarse o irse a pique. Y a nadie se le escapa que siempre es mejor morir en el intento a morir sin más ni más.
Aquí aparecen dos elementos básicos sobre los cuales es posible construir una cooperativa: la necesidad (sobrevivir) y el objetivo común (llevar a puerto el barco en medio de la crisis). Y ninguno de los dos se puede conseguir en solitario.
Entonces, será fácil de comprender que el dilema del sexo de los ángeles puede esperar, acaso indefinidamente (total ellos son eternos) y que tanto el huevo como la gallina son ambos necesarios por lo que poco importa quién fue primero sino que, uno sin el otro, nada son. Porque, tal vez lo primero que haya que comprender cuando se inicia el camino de la cooperación es que todos somos el otro, sin por eso resignar las particularidades individuales: los huevos, con su cáscara, su clara y su yema; las gallinas con sus picos, sus patas y sus plumas, pero ambos se necesitan para ser. De modo que no somos solos, somos porque hay otros que dan fe de ello, que nos dan entidad.
Este sentido de la otredad como parte de uno mismo nos llevará inmediatamente al sentir y el ejercicio del respeto por el semejante, y de ese respeto al acuerdo no hay demasiado trecho cuando de objetivos comunes se trata.
Prueba de ello ha sido el Tercer Encuentro Internacional de la Economía de los Trabajadores que se llevó a cabo en México.
Raúl Olcelli
Sergio Stocchero
EL DIARIO del centro del país

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