Existe una importante diferencia en el tipo e intensidad de ejercicio que debe realizar la embarazada, dependiendo de su grado de actividad física al momento de embarazarse. Así, deportistas de alto rendimiento mantienen la actividad física evitando los ejercicios bruscos que pudiesen complicar el embarazo y sólo dejando de lado la actividad un par de semanas antes y un par de semanas después del parto. Algo parecido acontece con un gran número de mujeres que asiste habitualmente a gimnasios a realizar ejercicio físico, quienes, por poseer un hábito, pueden mantener este ejercicio hasta el final del embarazo.
El tema cambia cuando se trata de mujeres sedentarias: o continúan con tal condición o se deciden a hacer ejercicio físico, incentivadas por motivaciones de salud o estética.
Evidentemente, la embarazada sedentaria debe ser entrenada con las mismas precauciones con que se debe asistir a cualquier sedentario, agregando las precauciones propias del embarazo.
Independiente de la condición al iniciarse el embarazo, el ejercicio físico es benéfico no sólo para la madre sino también para el feto. Dentro de los beneficios, que son muchos, se pueden destacar algunos, por ser fundamentales:
@ Cardiovascular
En este aspecto se beneficia a la madre y al el feto, facilitando el transporte de oxígeno desde la madre al feto. En este proceso, la madre, como adaptación al ejercicio, aumenta la concentración de hemoglobina (glóbulos rojos), favoreciendo la absorción de hierro y evitando así desarrollar anemia.
@ Fortalecimiento muscular
Este aspecto favorece en varios sentidos: por una parte la madre mejorará la musculatura que ayuda en el momento del parto (perineal y abdominal). También fortalecerá el anillo lumbar cuidando así su columna. Además, al ejercitar grandes grupos musculares, favorecerá la absorción de glucosa, mediante el incremento de Glut1 y Glut4, al tiempo que hace uso del glucógeno muscular, bajando las posibilidades de desarrollar diabetes gestacional. En otro aspecto, las tracciones ejercidas por los músculos sobre los huesos promueven la retención de calcio evitando la descalcificación.
@ Emocional
Sin duda la preocupación por el parto, provocan en la embarazada el llamado estrés de embarazo, responsable de partos prematuros y otras consecuencias. El ejercicio físico disipa tensiones y evita en gran medida el estrés, por la importante secreción de beta-endorfinas.
En términos generales, los ejercicios deben ser suaves, sin saltos, sin giros bruscos y sin riesgo de caídas. El plan de ejercicios debe contemplar aeróbicos, localizados, elongaciones y relajación.
Además, los beneficios posparto, en relación a estética y recuperación del metabolismo normal, depresión y otros, justifican totalmente la ejercitación en esta etapa.
Patricia Rodríguez de Vodanovic
Lic. en Educación Física
Lic. en Kinesiología y Fisioterapia
MP 5.215 rodriguezpatriciac@hotmail.com
Centro Integral de Preparación para el Parto
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