En cada rincón que tenga un ring, en cada anécdota y recuerdo que transpire el boxeo, en cada choque de guantes y en cada sonar de campanas, rondará siempre la figura de ese hombre sereno de voz grave.
En cada viaje de combates, en cada indicación a sus pupilos y en cada título en juego, la nostalgia devolverá su sabiduría.
En cada protector, en cada toalla y en cada minuto de descanso, volará la imagen del Maestro de la esquina.
En cada Ballas, en cada Laciar, en cada Merani y en cada uno de sus alumnos de los golpes, se recopilará la historia que nunca lo olvide.
En cada gimnasio, en cada entrenamiento, en cada consejo y en cada ropa blanca de entrenador, retumbarán los ecos de sus memorias.
En cada Salón, en cada Luna Park, en cada pueblo y en cada país lejano, estará sellado su nombre y su apellido.
Un día como hoy, más frío que nunca y hace exactamente dos años, dejó físicamente este mundo Alcides Rivera.
Lo dejó para viajar al mundo de los inolvidables personajes del deporte de los cuadriláteros. Desde su Villa María hacia todas las rutas donde cuatro cuerdas rodean un piso de madera.
El 8 de julio de 2009 esta pequeña parte del mundo extendió su tristeza a todas las latitudes. Y fue recogida. Hoy, latente aún, quiere transformarse en recuerdo y nostalgia. También en homenaje.
Raúl José
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