Luego de 26 años de haber sido dada en adopción, Daniela Comini pudo conocer el pasado fin de semana a dos de sus hermanos, Edgar y Germán Rojas (foto).
El sábado por la noche en un comedor de la ciudad, los hermanos por primera vez juntos, hicieron espacio en la mesa compartida hasta la madrugada, a las anécdotas, los recuerdos y el aporte de algunos retazos de la historia que los une y emparenta.
Detrás quedaba más de un cuarto de siglo, donde la madre de los chicos internada primero en Santa María de Punilla y luego en el Hospital Vidal Abal, imposibilitada de mantenerlos debió tomar la penosa decisión de ofrecer a su niña recién nacida a personas que quisieran adoptarla.
Daniela Verónica (o Verónica Daniela como su mamá había decidido nombrarla), fue finalmente aceptada por la villamariense Raquel Benedetto.
El "Día de la Madre" de 1984, Raquel acunó por primera vez en sus brazos a la beba de 45 días. A partir de allí, la hoy jubilada bancaria se dedicó a la crianza de Daniela y, además, a mantener siempre transparente los orígenes de su hija del corazón.
Hacia la verdad
La sinceridad de Raquel y la voluntad de retomar su historia personal hicieron que Daniela, a sus 14 años de edad, conociera personalmente a su madre y muchos años más tarde emprendiera una profunda investigación para saber más acerca de su pasado.
Así fue que, tras varias consultas y gestiones, pudo dar con sus hermanos que se criaron con su abuela materna Isolina Matea Chávez en el barrio Villa "El Libertador" de la ciudad de Córdoba.
La joven también tomó contacto con Ricardo, el mayor de los Rojas, que desde hace algún tiempo echó raíces en la zona de Río Tercero.
"Como éramos tres varones, muchas veces dijimos que nos hubiera gustado tener una hermana. Cuando Daniela llamó, nos quedamos helados, quedamos sorprendidos... ¡se había cumplido nuestro deseo!", expresan a EL DIARIO, entre sonrisas, Edgar y Germán.
"Estoy muy contenta por todo esto. Creo que comienza un capítulo hermoso de nuestras vidas. Conocerlos a ellos y que sepan de mí me hace muy feliz", remarca Daniela.
"Como madre adoptiva puedo decir que se cierra un capítulo y se abre uno mucho más lindo ya que ella se encuentra con su familia verdadera, la que nunca le oculté. Esto puede servir como ejemplo para muchos que se encuentran en esta situación y dudan de volver a reunirse", repasa emocionada Raquel.
"Los niños que adoptamos tienen su sangre y orígenes. No se debe ocultar la verdad, sino acompañar el proceso de reencuentro. Daniela es lo que más quiero en la vida, verla sonreír junto a los suyos me llena de felicidad. Hoy se cumplió un objetivo, ella tiene su identidad completa", redondea para concluir.
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