Escribe:
Juan Manuel Gorno

Al grito de “Messi/Messi”, el público en Córdoba dio su veredicto antes del inicio del partido, aunque el corazón provinciano también permitió la ovación para Mario Kempes (cuyo nombre sirvió para rebautizar el estadio anoche colmado) y Javier Pastore, quien tuvo su momento en la Copa América, como para redondear un espectáculo alegre, de esos que faltaban en el certamen cada vez que jugaba el seleccionado argentino.
A fin de cuentas, había que ganarle a un rival inferior y había que hacerlo sin dejar dudas, recuperando la vieja estirpe de un equipo cargado de figuras, que saben de glorias en sus clubes pero que venían adeudando alegrías con la celeste y blanca.
De todas maneras, era Messi, precisamente, el hombre apuntado, quizás más por la prensa que por esos simpatizantes que lo mimaron de arranque aportando el ánimo que necesitaba para hacerse cargo de las mejores acciones ofensivas del conjunto conducido por Sergio Batista.
Por suerte para Córdoba, la “Pulga” garabateó como en el Barcelona y acrecentó su brillo cuando debió convertirse en el asistidor, antes que rubricar su nombre en la red. De hecho, si el “Pipita” Higuaín hubiese estado más fino en la definición, el equipo argentino podría haber sacado mayor tajada en el marcador durante el primer tiempo.
No obstante, el gol del “Kun” Agüero, antes del final de la etapa inicial, dio tranquilidad y aumentó esperanzas.
El juego pulcro de Fernando Gago, el pique corto y endemoniado del propio Agüero y las ganas de sacrificarse para recuperar la pelota por parte de todos, fueron suficientes para reflejar las diferencias entre un equipo de primera línea y otro de poco vuelo futbolístico, aunque entusiasta.
Para el resto estaba Messi, elegido el mejor del partido por aquello de darle chances a casi todos de marcar goles, así sea con el pase cortito y al pie, el toque a la corrida o el centro a la cabeza. Entonces no fue casualidad que, tras el segundo y el tercer gol, el público coreara su nombre, rendido a sus pies, soñando con repetir el ritual una y mil veces.
Claro que junto a la “Pulga” y al resto de los jugadores argentinos, quien dio una sobrada muestra de categoría fue Córdoba, con sus 56 mil almas unidas que le dieron al país y al mundo una imagen fantástica. Ojalá se repita.