Elecciones municipales y el debate por el sentido
“El tiempo, en especial el tiempo histórico-político, se organiza de acuerdo a los diversos relatos que pugnan por imponer sus propias interpretaciones, haciéndolas pasar por verdaderas y lanzando a las otras a las arenas del olvido.”
Ricardo Forster
Las recientes elecciones municipales nos dejaron un dato, absolutamente objetivo, de la realidad electoral en nuestra ciudad, el arrasador triunfo de Eduardo Accastello, y esto, con los resultados puestos no constituye ninguna novedad. La cuestión se complica un poco, cuando se trata de interpretar algunos de los porqué de tamaña diferencia luego de 12 años ininterrumpidos en el Gobierno, máxime si miramos retrospectivamente el relato que pareció dominar en gran medida la escena preelectoral villamariense. Un relato obsesivo y unilateral, que anunciaba la decadencia del Gobierno municipal, su corrupción estructural y el repudio ciudadano a su inequitativa acción de Gobierno en los barrios de la ciudad.
Los dos ejemplos paradigmáticos de tales análisis, lo constituyeron las columnas semanales que editorializaba el periodista Miguel Andreis en El Regional, y la acción propaladora de Edgardo Munich desde su emisora radial 99.3 Verdaderas brújulas editorialistas de la oposición en la ciudad, en especial del Partido Villamariense, intentaron construir un montaje de la realidad que se le ofrecía al lector o al oyente, un montaje monocorde de la ciudad, azotada por la corrupción, el autoritarismo, y el despilfarro del “Gobierno accastellista”. Todas las noticias, las buenas, las regulares y las malas fueron montadas de modo tal que sirvieran para erosionar al Gobierno municipal, al que querían ver, en consonancia con sus deseos expresados en voz muy alta, derrotado en las urnas.
Pero muchas veces, el presente no se parece en nada a lo que uno cree, por más que uno se esfuerce para que las cosas sucedan como lo demandan nuestros deseos. Entonces hay que intentar explicar lo que pasó, y porque paso. Y ello es lo que realiza Miguel Andreis en su columna de El Regional de la primera semana de julio. Allí, tras reconocer lo abultado del resultado a favor de Accastello, reitera en lo medular, sus posturas anteriores. Compara elípticamente al intendente con Menem, habla de un “ejército de militantes y de empleados (como todo empleado, pagos), de clientelismo, de connivencia con el Poder Judicial, y de una mayoría de villamarienses que al votar lo que se ve habrían avalado el ‘roban pero hacen’, como los elementos sustanciales que posibilitaron tamaña victoria”.
Sin intentar discutir aquí, el derecho que le asiste a Andreis a pensar y decir lo que quiera, quizás podamos ensayar, brevemente una estructura argumentativa diferente para analizar los resultados electorales. Quizás haya que pensar que el peronismo villamariense tiene desde hace más de 15 años un proyecto político para la ciudad, que ese proyecto incluyó la realización de obras que no sólo se ven, sino que son necesarias para el desarrollo armónico de Villa María, pero que además realizó una larga lista de obras y acciones que “algunos no ven” pero que sirvieron para democratizar el bienestar de nuestro pueblo. Quizás haya que pensar también, que ese proyecto político del que hablamos, ha tenido y tiene un conductor, trabajador incansable para lograr una Villa María para todos y de la que todos nos sintamos orgullosos. Quizás haya que pensar también, que ese “significativo ejército de militantes”, que nos permitió llegar a cada rincón, a cada hogar de la ciudad, ha recuperado hace tiempo la mística militante del peronismo, esa mística que tiene sus raíces en las más profundas transformaciones igualitaristas que haya vivido nuestro pueblo.
Quizás, en algunos de estos porqués podamos entender también, los resultados de las elecciones municipales, quizás nuestro relato colabore también para encontrar algunas de las claves del triunfo de Accastello. Quizás nuestro relato, no sea más que eso, “nuestro relato”, como los otros “un relato”. Un relato que trata de comprender aquellos otros relatos que circulan silenciosos en la sociedad, ignorados muchas veces, cuando no ocultados por algunos comunicadores y sus medios de comunicación, y que de vez en cuando, como aquel domingo 26, expresan de manera contundente su derecho a dar batalla por el sentido de las cosas.
Gerardo Russo
Militante peronista
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