Una vez más una persona, esta vez un hombre de 70 años de edad residente en Marcos Juárez, fue víctima de una salidera bancaria al ser engañado por un sujeto con el mismo “cuento del tío” que, a principios de este mes, tuvo como víctima a una mujer de Villa María.
Llama poderosamente la atención, por un lado, que el ardid utilizado por el estafador ayer en Marcos Juárez se corresponde con la misma partitura que interpretaron los ladrones el martes 5 del presente mes para apoderarse de una voluminosa suma de dinero que la dueña de la fábrica de pinturas Fadepa, Nelly de Daniele, había retirado minutos después del mediodía de la sucursal del Banco de la Nación Argentina, situada en la esquina de General Paz y Santa Fe.
También resulta llamativo que el robo registrado ayer en la ciudad cabecera del Departamento Marcos Juárez, cuando Hernán Desoti prácticamente había ascendido a su pick up con la importante suma de dinero que minutos antes había retirado también de la sucursal del Banco de la Nación, se produjo cuando aún siguen detenidos en Villa María los dos sujetos apresados sólo 24 horas después del ilícito perpetrado en la vía pública de esta ciudad.
Lo que menos se puede imaginar es que, los autores de estos dos robos, indudablemente aprendieron la misma “lección” o, tal vez, concurrieron a idéntica “escuela” para aprender a apoderarse de los bienes ajenos.

El hecho

Ayer, Desoti extrajo una importante suma de fondos, salió de la sucursal bancaria situada en Belgrano 1010 en Marcos Juárez, se dirigió hasta la camioneta y, cuando se aprestaba a poner en marcha el vehículo, fue abordado por un desconocido que le tocó la ventanilla y le “avisó” que, junto a la puerta de la pick up, había dos pesos caídos.
El septuagenario ni siquiera recordó que, entre todo el dinero extraído, no había un solo billete de ese valor por lo que, agradeció “el gesto” del ocasional transeúnte y se dispuso a levantarlo...
...Pero cuando recogió el billete ya le habían abierto la puerta del lado del acompañante para sustraerle el sobre de cuero en cuyo interior guardaba toda la plata que había retirado del Banco.
Y allí quedó el hombre, sólo con dos míseros pesos en su haber que le había arrojado el “malandra” como señuelo para generar la tentación, al tiempo que éste, a cara descubierta y crecido en edad, se retiró de escena con un abultado botín.
Pasaron sólo 13 días entre las dos salideras. El libreto, sin lugar a dudas, fue el mismo aquí y allá. Hasta las sucursales pertenecen a la misma institución bancaria. Sólo las víctimas cambiaron. ¿Y los ejecutores...?