En julio de 1991 un par de aventureros de la tinta y el papel sellaron un nombre en sus memorias, charlando en una vereda del bulevar España: SEMILLERO.
Poco después, ese nombre ya sería impreso para ser destinado a los chicos del fútbol, a quienes llamábamos y seguimos llamando, cariñosamente, “esos locos bajitos”.
Pasaron 20 años y aquellos aventureros sólo dejaron en sus recuerdos la autoría, porque SEMILLERO, de a poco, fue siendo de todos. Y sigue siendo de todos.
Figuran en los archivos tantos recuerdos, tantas anécdotas, tanta nostalgia y tantos fines de semana apretando las teclas del fútbol, que repasar ahora las viejas y descoloridas páginas de los principios se transforma en una caja de sorpresas.
Miles de chicos de clubes de baby e inferiores, en estos primeros 20 años, posaron para SEMILLERO y guardan en algún lugar las fotos en blanco y negro.
Chicos que hoy son hombres y que volvieron al baby porque están sus hijos. Chicos que triunfaron después en el fútbol o que lo dejaron. Todos pasaron por nuestras hojas. Todos, sin distinción de vencidos ni vencedores. Es nuestro orgullo de hilvanar generaciones.
Hoy, 20 años después y con 637 entregas semanales, con los paréntesis lógicos que deriva del mismo fútbol, seguimos con las mismas fuerzas para continuar retratando vivencias. Para que los chicos de hoy, cuando sean hombres, repasen las páginas del recuerdo.
Tapas que hicieron historia, síntesis, editoriales, columnas, reportajes, chicos responden y fotos, muchas fotos. Tantas que el solo hecho de repasarlas nos deposita en el convencimiento que nuestra existencia no fue ni es en vano.
En cada cumpleaños elegimos, con el brindis imaginario, un título que identifique el momento, el estado de ánimo y la realidad, siempre con la permanente búsqueda de la superación. Hoy, la ocurrencia nos lleva a decir SEMILLERO para todos.
Es lo que quisimos siempre y seguimos queriendo. Que sea de todos y para todos. Que tenga dueños en cada cancha, cuando la pelota empiece a rodar.
No es reiterativo decir gracias. Nunca lo será cuando esa palabra proviene del corazón, como estará ocurriendo cuando estas palabras impresas lleguen a la gente.
A los anunciantes que nos acompañaron y nos acompañan, a EL DIARIO, hoy transformado en cooperativa y que nos permite expresar nuestro trabajo, a los chicos, a los padres, a los dirigentes y a cada uno de los periodistas, reporteros y colaboradores que han volcado sus experiencias en nuestras páginas.
De una cosa podemos estar seguros: que el nacimiento de la ilusión, como decimos en nuestra portada, seguirá teniendo compañía. Porque la ilusión de los chicos es nuestra ilusión.
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