Joaquín Pereira y Domínguez, conocido como uno de los “refundadores” de la ciudad, construyó su hogar en lo que hoy es avenida Mitre y Corrientes. Fue una de las primeras viviendas locales y marcó el camino a seguir de las demás, que se desplegaron de a poco por los alrededores. Entre ellas, la Casa Meroi. Buque insignia de la época, testigo silencioso del despertar de otras construcciones. Desde la esquina de Buenos Aires y Mariano Moreno, vio como la ciudad se pobló de asfalto, junto a vecinas como La Catedral Inmaculada Concepción, la Casa Parroquial, la Casa José Salgado y la Plaza San Martín. Como para no dejar dudas de su peso histórico.
Según el arquitecto local Carlos Pajón, la Casa Meroi pertenecería a una tercera etapa de lo que él denomina como “La evolución estilística y de los sistemas constructivos” de la arquitectura villamariense. En dicho período destacan la influencia del neoclásico y el modernismo, géneros ambos traídos desde París y Barcelona, respectivamente. De acuerdo con la mirada de Pajón, “ambos estilos muy acordes con la mentalidad liberal de los primeros pobladores hispanos e italianos”. Casa Meroi fue construida a principios del Siglo XX y forma parte del movimiento del modernismo, al igual que otros inmuebles conocidos, como el Hotel Colón (calle San Martín, entre Corrientes y Entre Ríos) y la hoy desaparecida Farmacia Pinardi.
Elegancia en dos plantas
Propiedad de la familia Gómez, el inmueble despliega elegancia en sus dos plantas: la primera siempre ha sido utilizada con fines comerciales (desde 2001 funciona allí un café-restaurante), y la segunda como vivienda. Destaca el balcón, que cubre toda la esquina, y las terminaciones superiores de la obra. También la totalidad de aberturas, que aún conservan anécdotas del pasado y aura general de añoranza.
Adentro, la decoración del comercio ayuda a mantener esa idea. La onda es bien retro, con mobiliario antiguo (mesa, sillas y hasta barra y estanterías al estilo viejos tiempos), ambiente con poca luz y afiches y publicidades de varias décadas atrás. La soberbia lámpara que cuelga del techo comulga la misma doctrina, rematando la escena.
De pies a cabeza, una casa especial.
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