|
|
|
|
|
|
|
Los libros han sido compañías inseparables de Olga a lo largo de toda su vida |
|
|
|
|
|
A sus 80 años, se ha convertido en la egresada de más edad de la casa de estudios, donde Carra seguirá vinculada ya que, además de emprender la Licenciatura en su especialidad (“y por qué no el Doctorado”), iniciará un ciclo de conferencias para adultos mayores.
Olga Erminia Carra tiene dos hijos (uno de ellos Pepe Martino, nuestro especialista en Automovilismo), cinco nietos y una bisnieta. Dos de sus nietas están también a meses de graduarse en la universidad local, una como contadora y otra como ingeniera en Tecnología de los Alimentos.
Mientras prepara su discurso en nombre de los egresados de la decimotercera promoción del Instituto de Ciencias Humanas, que leerá mañana en el Rectorado, Olga repasa dos de sus libros, próximos a publicarse: “Tierras de fuego”, donde se explaya sobre los pueblos originarios americanos, y “Amores, lágrimas y cenizas”, donde bucea en la vida privada de personajes históricos.
Todo ello a los 80 y no sin achaques. Ella misma recuerda que la carrera de profesora le insumió siete años, por culpa de la osteoporosis, que frecuentemente le produce un fuerte malestar.
Su retorno a las aulas ocurrió luego de criar a sus hijos y fue en la Dante Alighieri donde cursó el idioma italiano, el de sus antepasados. Luego, ya a los 60, terminó el secundario en el Centro de Nivel Medio para Adultos y no cejó hasta conseguir el título universitario.
Es que el amor por los libros le viene de niña, cuando vivía en Arroyo Cabral. Siempre escribió y siempre leyó. Entre sus preferidos se encuentran Kafka, Dostoievsky, Víctor Hugo y los nacionales Cortázar, Arlt y José Hernández. Publicó siete libros sobre distintos temas, pero siempre sintió la necesidad de mejorar su técnica y fue así que el Profesorado le halló la solución. En realidad, corresponde decir que fue la universidad toda la que la deslumbró, con su política de “igualdad y aceptación de la diversidad”. “Allí no hay discriminación social, ni política, ni racial, ni religiosa. Hasta los carenciados son apoyados con becas”, destaca.
La activa escritora se convertirá además, próximamente, en columnista de una publicación del Banco Supervielle y, en setiembre, iniciará una serie de charlas para adultos mayores donde abordará temas de su interés.
Las conferencias aludirán al origen de la oralidad en la especie humana, a la importancia de la comunicación y al paso de la era moderna a la posmoderna.
Su empuje y entusiasmo, sin embargo, no son suficientes para que posea una visión optimista del mundo: “El proyecto modernista, aquel de Galileo, Descartes y tantos otros pensadores, ha desaparecido. Ellos imaginaban que con más conocimientos vendría un mundo de paz y, cuando empezó el siglo veinte, lo que vinieron fueron dos tremendas guerras mundiales. En un siglo hemos retrocedido en la Etica, no existen más los valores de la modernidad”.
“Hoy no hay valores ni en las familias, que se han fragmentado. No creo que eso sea para bien. Dudo mucho que así sea”, sostiene Olga, quien además señala muchos aspectos negativos del fenómeno de la globalización: “Por ejemplo, los medicamentos que se desarrollan son para que consuman los países ricos; otro ejemplo es la concentración de la riqueza, vemos en nuestro país cómo los algodoneros y tabacaleros vendieron sus tierras y ahora son peones de los nuevos dueños que compraron todo. Eso no puede augurar un futuro bueno. Sé que una palabra como la mía no es suficiente, debemos ser muchos los que denunciemos esto”.
Energía, espíritu crítico, proyectos a largo plazo, gran dedicación al estudio, deseos de perfeccionamiento. Condiciones que muchos jóvenes envidiarían.
Juan Carlos Seia
Otras notas de la seccion Culturales
Analía Rosso mostrará sus cuadros en el Favio
Inscriben en escuela de modelos
Un humor sin red
"Hago bailar cuarteto a americanos y extranjeros en mis clases de Nueva York"
El PEUAM obtuvo un premio en Ausonia
|