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Silva recibió una pena de ocho años de prisión, al unificarse la sanción que le impusieron ayer con una en suspenso que tenía pendiente desde febrero 2009. Aquí, junto a su defensor |
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Algunos podrán decir que es un tipo con mucha mala suerte, otros que es apenas un chico improvisado, y muchos quizás arriesguen un calificativo tal vez inapropiado para incluir en una nota periodística.
Lo concreto es que César David Silva, “Pichu” para sus amigos, volvió a ser condenado ayer por la Cámara del Crimen de Villa María por un asalto a mano armada que terminó tan curiosamente como otro que lo tuvo como protagonista a mediados de octubre de 2008, cuando no tuvo mejor idea que perpetrar un hecho similar, pero con el documento de identidad en el bolsillo.
En aquella ocasión, “Pichu” Silva fue individualizado y rápidamente detenido gracias al inexplicable descuido de un ladrón primerizo, ya que su DNI se le cayó cuando escapaba raudamente del lugar del atraco.
Sin embargo, cuando la Justicia lo sentó en el banquillo de los acusados, a fines de febrero de 2009, le impuso una pena de tres años de prisión en suspenso porque carecía de antecedentes. Esa circunstancia le posibilitó dejar la cárcel luego de casi cuatro meses y medio, aunque quedó “en capilla”.
En la nota que EL DIARIO publicó entonces, se indicó que Silva “sabe que la sacó muy barata” y que le habían dado “una muy buena oportunidad para redimirse antes de que sea demasiado tarde”.
¿Qué había hecho el singular protagonista de esta historia? Pues bien, al caer la noche del 17 de octubre de 2008, “Pichu” y un compañero de andanzas no tuvieron mejor idea que entrar a la farmacia Avena (propiedad de Mario Avena), ubicada en avenida Universidad y Medellín, en barrio Bello Horizonte, donde tras amenazar de muerte y golpear al boticario, le sustrajeron 500 pesos en efectivo y se dieron a la fuga.
Lo que no estaba en los planes de nadie fue el “regalito” que dejó el descuidado ladrón en su precipitada huida, circunstancia que no sólo llamó la atención de los investigadores policiales, sino que les posibilitó esclarecer el asalto rápidamente.
¿Y ahora, qué?
En la víspera, César Silva volvió a comparecer ante la Cámara del Crimen local, esta vez acusado como presunto coautor de “robo calificado” por uso de arma de fuego y autor de “portación ilegal de arma de fuego de uso civil” y “robo calificado en grado de tentativa”.
Privado de la libertad desde el 11 de enero de 2010, este inexperto delincuente protagonizó ese mismo día un sonado asalto a mano armada en una firma prestadora de servicios e insumos para el campo, ubicada en barrio Industrial de Villa María.
Silva y otro sujeto que nunca pudo ser identificado, con los rostros parcialmente cubiertos irrumpieron armados en las oficinas de la empresa Agro Soluciones, ubicada en Fitz Roy y Antártida Argentina, donde comercializa agroquímicos, semillas y fertilizantes, entre otros productos.
Cuantioso botín
Bajo amenazas de muerte, los asaltantes redujeron a las únicas dos personas que se hallaban en el local, Raúl Aburrá y Edgar de la Iglesia, los hicieron acostarse en el piso boca abajo y luego se apoderaron de 15.521 pesos en efectivo, 800 dólares y cheques de terceros por 337 mil pesos que había en una caja fuerte, además de los teléfonos celulares de ambas víctimas.
Al escapar, Silva y su cómplice lo hicieron en dos motocicletas, pero en distintas direcciones. Un vecino de la empresa asaltada, Edgar Marchese, vio lo que había ocurrido y en decidida acción salió a perseguir a uno de los asaltantes a bordo de su automóvil particular.
De ese modo, siguió varias cuadras a Silva por avenida Presidente Perón hasta que, en un determinado momento, le cruzó el coche para obligarlo a detener la marcha. El ladrón perdió el equilibrio y cayó del rodado (una Honda).
Desde el suelo, el malviviente le apuntó con su arma a Marchese, pero lejos de disparar, optó por levantarse y salir corriendo por la misma avenida. En su desesperada huida, se abalanzó sobre Paula Deolinda Videla, una mujer que circulaba a bordo de una moto, con la evidente intención de desapoderarla del rodado para poder escapar del lugar.
Con lo que no contaba Silva fue con la férrea resistencia de la mujer, quien no sólo evitó que le sustrajeran la moto, sino que permitió que la Policía llegara al lugar antes que el asaltante pudiera fugar.
Otros detalles
El juicio fue presidido por el camarista René Gandarillas y contó con la participación del fiscal Francisco Márquez y del abogado Juan Antonio Rusconi (ejerció la defensa de Silva), mientras que el secretario actuante fue Roberto Jue.
César Silva nació en Villa María el 10 de diciembre de 1984 (tiene 26 años), es peón de albañil y al momento de ser apresado estaba domiciliado en Villa Nueva.
Como no fue declarado reincidente, podrá acceder al beneficio de la “libertad condicional” cuando cumpla los dos tercios de la condena impuesta en la víspera (ocho años), es decir al completar cinco años y cuatro meses “a la sombra”.
Detenido desde el 11 de enero del año pasado, Silva estará en condiciones legales de dejar la cárcel de barrio Belgrano a mediados de mayo de 2015, siempre y cuando observe buena conducta durante el período de encierro.
Siendo menor...
Silva registra un antecedente (no computable) por otra causa que lo llevó a tener que sentarse en el banquillo de los acusados a mediados de mayo de 2003 a raíz del robo de un automóvil.
Claro que al momento de aquel hecho, el inexperto ladrón tenía 17 años, por lo que no se le impuso pena ya que se trataba de un menor de edad.
El asunto es que el 19 de agosto de 2002, alrededor de las 3 de la madrugada, Silva y otros tres individuos mayores forzaron la cerradura de un Renault 12 que se hallaba estacionado frente al domicilio de su propietario, Héctor Mellano, sito en Comercio 880 de Villa Nueva.
Sin poder hacerlo arrancar, los ladrones comenzaron a empujar el rodado, pero fueron sorprendidos por efectivos policiales que patrullaban la zona. Los cuatro se dieron raudamente a la fuga, pero poco después fueron apresados uno a uno.
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