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Buenaventura y Alvarez, una dupla imbatible |
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Sin ánimo de sugerir segundas lecturas, se trata de dos “pesos pesados” del humor cordobés y miembros vitalicios del olimpo cómico nacional.
Con semejantes lauros a sus espaldas, Cacho Buenaventura y El Negro Alvarez pueden reunirse -luego de siete años- para esgrimir un nuevo espectáculo que se basa simplemente en los matices propios e institucionalizados de cada estilo particular; y hacer de ello todo un evento que “rompe taquillas”.
Ambas figuras brindaron sendas funciones repletas el domingo y anoche (debe ser todo un récord en la ciudad agotar entradas pagas un lunes hábil) en el Teatro Verdi, bajo la marquesina que rezaba “Los mostros”.
Ante los desprevenidos o advenedizos, el artista nacido en Cruz del Eje lanzó su típica advertencia, apenas iniciaba su primera entrada: “Si ustedes venían con muchas expectativas, les digo que es esto, nada más”.
Tal sincericidio de austeridad se correspondía con el decorado inexistente pero no con la base artística de compañía. Un auténtico y nutrido conjunto musical aportó diferentes pasajes musicales en vivo mientras que un trío de sensuales bailarinas brindó la cuota “hot” -en especial en una coreografía tanguera en paños menores de la mano de una de ellas- usualmente utilizada en shows humorísticos como separador y descanso transitorio de los capocómicos.
“Reírse en defensa propia”
En cuanto a la dinámica de la “dupla invencible”, se invocó a un par de presentaciones -y canciones- por separado y a un tramo final y extenso con ambos titanes en escena, haciendo y deshaciendo el libreto a piacere. Cacho, con su contagiosa comicidad familiar, casi pueblerina y empática, munida de una aguda lectura de la vida cotidiana, empeñado en su lema: “Reírse de uno mismo en defensa propia”. El Negro, con el sello distintivo de un humorista cordobés “for export”, es decir enfatizando las muletillas y los acentos, optando por el chiste con remate inocuo pero con un relato imbatible y con una suerte de diálogo “hiriente” hacia los espectadores de las primeras filas. En medio de una seguidilla de chascarrillos hacia la platea, Alvarez se entreveró -en la función dominical- con una asistente que le discutía sobre el significado en español del término “coger”. Con la experiencia a cuestas y Buenaventura de aliado, El Negro espetó: “¡Atórenlan con un sánbuche así deja de hablar!”
Por su parte, Cacho -quien rengueaba por su problema en ambos meniscos- adelantó que pronto dejará el escenario para dedicarse a ser “nexo” entre noveles artistas y los diversos canales de difusión. Antes, le despachó a su colega que había equivocado su camino. “Negro, vos tenés que ser un artista romántico”. “¿Con esta cara?”, le respondió el “oscuro”, quien más tarde se disfrazaría de una extraña versión de Coki Ramírez.
Juan Ramón Seia
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