Escribe: Jesús Chirino

El primer párrafo del libro de Octavio Getino "Cine argentino entre lo posible y lo deseable" dice "La historia del cine no comienza en el cine mismo, sino en la vida social de los pueblos. Es a partir de ella que el cine puede explicarse y comprenderse…" No es esta una definición apresurada, más bien se trata de una manera concreta de leer la historia del cine que le otorga gran importancia tanto al contexto social en el cual fue desarrollándose ese medio de comunicación como a los diferentes usos que se hizo de él. Es decir la historia del cine no sólo abarca el desarrollo tecnológico, artístico y de producción, sino también todo aquello que ha tenido que ver con la exhibición de los filmes en contextos culturales determinados. En esta pequeña nota rescatamos diferentes experiencias relacionadas con la exhibición de películas que se ofrecían sin cobro de entrada o auspiciadas por el municipio local. Así recordamos al Cine Municipal, que no perseguía beneficios económicos, y también otras experiencias desarrolladas en el mundo comercial.

Cine Municipal

Poco tiempo antes que se desatara la gran crisis económica del ‘30, que en nuestro país se haría sentir un tiempo después, desde el municipio de Villa María gobernado por Ernesto Díaz se entendió que el acceso a los espectáculos que permitían las nuevas tecnologías debían estar al alcance de todos los sectores sociales. Por ello en 1929 desde el municipio se apoyaron las funciones que ofrecía el cine ambulante de la empresa de Miguel Lorenzati. El camioncito de esa firma, equipado con lo necesario, recorría los barrios de la ciudad y pueblos de la zona ofreciendo funciones cinematográficas, desde el municipio se auspició de manera decidida esa interesante actividad. Según las fotos del vehículo que publicó la prensa de esa época en el mismo podía leerse "Cine sonoro Radiovoz. M. J. Lorenzati V. María".

Por entonces la sociedad villamariense sufría graves problemas sociales como los altísimos costos de los alquileres y la falta de fuentes de trabajo. En ese contexto el Gobierno local pensó que resultaba necesario que el cine fuera accesible a los sectores sociales menos favorecidos. Fue por ello que el 23 de noviembre de 1929 se dictó la Ordenanza 259 mediante la cual se dio el puntapié inicial para la creación del Cine Municipal.

Recordemos que para entonces el cine argentino aún no se había constituido como una verdadera industria. Desde la normativa municipal se previó que en el cine oficial se ofrecieran funciones totalmente gratuitas dos veces por semana (los días jueves y domingos). La sala de proyección fue establecida en la denominada plaza de Ejercicios Físicos, que en 1932 pasó a denominarse "Manuel Anselmo Ocampo". Según los documentos oficiales de la época, el Cine Municipal proyectaría piezas cinematográficas obtenidas en ámbitos como las embajadas extranjeras o las dependencias oficiales del Estado nacional, con el fin de "llevar al pueblo el conocimiento de nuestro país y de sus diversas actividades en todos los órdenes del trabajo". Cuando el cine comenzó a funcionar se incluyó la contratación de piezas fílmicas a la empresa cordobesa "Lastra Film". En este caso se tenía el cuidado de que las películas que llegaran de la capital provincial contaran con diez o veinte actos como mínimo.

Proyector oficial

Poco tiempo después, en el primer mes del año 1930, el Gobierno local encargó a Simón Sanz que viajara a la ciudad de Rosario para comprar una máquina de proyección Gaumont en la firma Juan Colombo.

La máquina fue adquirida y al poco tiempo de ponerse en marcha las funciones fueron espaciándose. Es necesario recordar que en 1930 se produjo el golpe de Estado. Bajo el Gobierno municipal de Parajón Ortiz, en 1932, se produjo una reducción de gastos que afectó de manera importante las actividades culturales como el caso de la Banda Municipal de Música y el Cine Municipal que fue cerrado. Ese mismo año, según el diario Heraldo en su edición del 4 de noviembre de 1932, en el Cine Teatro Capitol, Cinematográfica Córdoba presentó (con cobro de entrada) "La Exposición Rural de Villa María, interesante noticiario de palpitante actualidad con los detalles de los festejos realizados en esta ciudad".

El proyector del Cine Municipal fue prestado a las autoridades locales de la Iglesia Católica que se entusiasmaron a tal punto con su uso que cuando se les reclamó su devolución existieron dificultades para lograrla. Así fue que ese conflicto de intereses terminó en la formación de un expediente y recién en 1935 el proyector regresó a manos municipales. Según rescatara el historiador Bernardino Calvo en su "Historia de Villa María y sus barrios", luego de recuperar el proyector el municipio comenzó a facilitarlo a instituciones del medio para exhibiciones gratuitas de películas.

Cine en la
costanera
y cine Bayer

Otra experiencia de cine gratuito ofrecido al público local estuvo a cargo de la publicidad de la Casa Bayer. La edición de 26 de setiembre de 1934, el Heraldo anunciaba que hacía días se encontraba, nuevamente, en la ciudad el "camión de la casa Bayer" mediante el cual se organizaban proyecciones de películas de dibujo animado en las escuela, como también "un noticiario sobre la reciente visita del gran Zeppelin a Buenos Aires". El camión de Bayer, que tenía pintado un gran cartel del producto Cafiaspirina, también supo ofrecer funciones al aire libre en lugares como la plaza Centenario. En diciembre de ese mismo año, la prensa local anunciaba "Cinematógrafo al aire libre". Se trataba del espectáculo ofrecido para hacerle propaganda a Cafiaspirina. Esa vez el camión se ubicaría en el bulevar España, frente al quiosco de la banda de música. La función estaría dirigida, de manera especial, a los vecinos de los barrios Villa Aurora y Villa Emilia.

Años después también encontramos otro ejemplo de funciones de cine gratuito. Así vemos que el 4 de noviembre de 1938 fue elevada una nota al entonces intendente municipal Emilio Seydell. En la misiva, firmada por Luis Cajeao, se solicitaba permiso para la instalación de un "micrófono en el recreo Las Rosas" de mi propiedad cito en calle Corriente y avenida costanera para pasar avisos, música y cine, en el cual no se cobrará entrada alguna". Iniciado el trámite municipal se fueron haciendo anotaciones en la misma hoja. Así notamos que desde la Secretaría municipal se pidió que los inspectores informaran si era conveniente "pasar películas cinematográficas e instalar altoparlantes para la transmisión de avisos comerciales y música…". Más abajo se lee que desde la Inspección General se respondió que en años anteriores ya se había realizado esa actividad sin mayores inconvenientes.

Estas son algunas de las experiencias relacionadas con proyecciones cinematográficas dirigidas a gran público, sin cobro de entrada, en la primera mitad del siglo pasado.