Familiares, amigos y ex profesores de Damián Deheza, participaron ayer de una marcha por la vida, reclamando para que todos tomemos conciencia a la hora de conducir, respetando las normas de tránsito, que no es otra cosa que respetar al otro.
La concentración se hizo a las 20.30 en la esquina de San Juan y Alem. A esa hora y en ese lugar, hace exactamente dos años, una automovilista atropelló a un joven cadete, que recién terminaba el secundario y cumplía su labor.
Tras la muerte de Damián, su mamá, Lucía Deheza, comenzó una lucha para que se haga justicia y para concientizar a la población sobre la inseguridad vial.
Así fue como se acercó a la Fundación Laura Ambrosio Battistel, que es la impulsora de pintar estrellas amarillas en cada lugar donde se produce un accidente fatal, recordando a la víctima y dando señal para que todos los conductores sepan que las consecuencias de cruzar un semáforo en rojo o circular a más velocidad que la permitida, tienen un costo en vidas humanas.
Así fue que comenzaron a pintar las estrellas amarillas en Villa María. Hoy, son 37, de las cuales tres recuerdan a personas mayores y el resto a jóvenes.

@ Marcha

Después que repintaron la estrella de Damián, los manifestantes caminaron hacia Santa Fe y de allí a la plaza Centenario, donde el padre Gustavo Gatto dio una bendición.
“Cuando me preguntan por qué marchamos, siempre digo que marchamos por la vida. Yo a mi hijo ya no lo tengo, pero conservo la esperanza de que con esto que hacemos estemos ayudando a que no haya más estrellas amarillas que pintar”, dijo Lucía Deheza a EL DIARIO.
Agradeció la labor de funcionarios judiciales que siguen la causa (ver nota en esta página) pero reconoció que pasa el tiempo y todavía no hay una sentencia que “permita decir quién fue el culpable y, en consecuencia, que no siga provocando riesgos en la vida de los otros, porque hoy quien atropelló a Damián sigue manejando como si nada fuera”, dijo.

@ Heridas que no cierran

A dos años del fatal episodio, Lucía se quiebra como la primera vez cuando habla de Damián.
“La gente dice que el tiempo cura las heridas, pero no es así. El dolor crece. Yo cada mañana me levanto y veo la cama vacía de Damián y es un dolor inmenso”, dijo.
Pese a todo, sabe que no tiene que bajar los brazos. “La Fundación me enseñó a no tener rencor. A mirar con amor, a pensar en la vida y no desde el odio”, señaló.
“Aparte, es lo más lindo que me dejó Damián. El saber que fue tan buena persona, que la gente que lo conoció lo amó”, afirmó.
Eso lo demuestra la presencia en la marcha de ayer de los compañeros de los primeros años de la escuela primaria en Ausonia, amigos del secundario y hasta profesores del Instituto Manuel Belgrano, donde Damián egresó.
Lucía recordó que este año, en la provincia de Córdoba, ya fallecieron 576 personas víctimas de accidentes (incidentes) de tránsito. Hubo 1.566 que quedaron lisiados y 3 mil, parcialmente discapacitados. Algún día tendremos que aprender.
@ “No voy a negociar ni en lo Civil ni en lo Penal”
La Justicia sigue la causa por la muerte de Damián en la instancia Civil, que debe determinar un monto económico por el daño ocasionado por el fallecimiento del joven, y en la instancia Penal, que establece el “castigo” que impone la Justicia para casos de este tipo.
Actualmente, la causa Penal está en el Tribunal de Casación de Córdoba a raíz de un pedido de los defensores de la imputada, María Isabel Plaza.
Al consultarle a Lucía Gigena de Deheza si eso imposibilitaba el seguimiento de la causa, dijo rotundamente que no. “Yo viajo a Córdoba y me entrevisté con las autoridades judiciales de allá, quienes me parecieron muy humanas y consideradas”, dijo.
Tiene previsto volver a viajar a mediados de mes para seguir de cerca los avances de la investigación.
En lo Civil, siguen recabando testimonios.
Al respecto, la mamá de Damián dijo que no está dispuesta a sentarse a negociar con el seguro ni con los abogados de la imputada.
“No me importa que el juez diga que me tienen que pagar 25 centavos. Lo que me importa es que haya una sentencia. Sentarme a negociar sería como esas madres que deciden dar a sus hijos y lo entregan. Yo no voy a entregar a mi hijo”, concluyó Lucía.