Escribe El Peregrino Impertinente
Enclave estratégico de la geografía mundial, punto de unión de Africa y Europa. Es el Estrecho de Gibraltar, fenómeno natural ubicado entre España y Marruecos. Allí donde se encuentran el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, y el primero le pregunta al segundo: “¿Cómo andás Mediterráneo?” y éste le contesta “Mar o menos”. En la región, la tradición indica que cada vez que alguien escucha el chiste, debe c... a trompadas al que lo cuenta.
Ubicado en el extremo norte del estrecho, en suelo europeo, se halla el territorio de Gibraltar. Distrito muy pequeño que a pesar de estar situado en la península ibérica, pertenece oficialmente al Reino Unido de Gran Bretaña. Un robo cometido a principios del siglo XVIII, en las narices de los reyes españoles. Justo a ellos, que jamás tuvieron la menor intención de andar conquistando tierras ni dominando pueblos. Todo es parte del Capítulo 26 de la historia de la humanidad: “Qué lindo el imperialismo.”
Interculturalidad
Pasear por Gibraltar es una experiencia de lo más peculiar. La pequeña ciudad tiene unos 30 mil habitantes, y claro, todo en ella remite a la cultura inglesa. Las cantinas, los autos con los volantes a la derecha, y hasta una nube que se posa en el cielo, evitando la llegada de aquel con el que los británicos se llevan tan mal: el sol.
Pero en ese ámbito de prosperidad económica, té a las cinco de la tarde y fútbol espantoso, los gibraltareños también reciben las mieles de la interculturalidad. Eso posibilita que la mayoría hable el castellano como segundo idioma. Así, el viajero se sorprende con las llamativas tertulias de los jóvenes. Charlas en las que se mezclan la lengua de Shakespeare y la de Cervantes, y que posibilitan escuchar frases como esta: “Too much PBI al pedo. Fucking City, cómo no nací in Bagdad”.
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