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15 de Agosto de 2011
TICINO - 100 años
Los primeros en llegar a este "cantón"
Fechas y apellidos reflotan en el significado histórico, fundacionales de cada pueblo
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Imágenes de un Ticino que se construyó con esfuerzo mutuo (foto de Admiradores de Ticino, en Facebook). En la otra imagen, el primer Ramos Generales de Ticino, archivo rescatado por el grupo Admiradores de Ticino... Rumbo al Centenario, en Facebook

Orígenes

La localidad lleva el nombre de un bellísimo cantón suizo: Ticino. Tiene una longitud de 90 kilómetros, siempre ha sido un lugar muy preciado debido a su ubicación geográfica, sus deshielos llegan a los mares Adriáticos, Mediterráneo y a los mares del norte.

Una parada

Lo que comenzó siendo una parada de trenes, más un hotel para albergar a la gente que viajaba en el mismo y un almacén, con el tiempo siguió creciendo hasta convertirse en aldea y luego en un pueblo. Desde sus comienzos el caserío fue conocido con el nombre de la Estación, de allí que la población asimilara la misma sin problemas en un principio.
El 25 de mayo de 1911, fueron rematados los lotes de terrenos para formar el pueblo. Con un arado a mancera, Miguel Bonetto y Patricio Lescano cumplieron con el rito tradicional y legendario, remarcando las manzanas y quintas de Ticino que comenzaba a caminar por los senderos con el nombre del pueblo.
Poco tiempo después fueron construidos los primeros edificios, que rompieron la uniforme monotonía del lugar. Aquellas primeras construcciones fueron dos casas que se destinaron para hotel y local comercial, hotel quizás con la gran idea de alojar a otros inmigrantes como estos fundadores cuando llegaran a buscar su destino, a "hacer la América". El genio de la fundación los alumbró, fueron los pioneros.
Después de los edificios nombrados, se construyeron las primeras viviendas particulares y éstas pertenecieron a los primeros habitantes del pueblo: don Hércules Brignoli, don Guido Giardenei, don José Cignetti, don Ventura González y otros.

Los primeros

Sus antiguos pobladores, así como estos nuevos, vivieron de lo que la tierra les brindaba. Los primeros cultivos fueron el maíz y el trigo. La agricultura fue progresando y diversificándose con el tiempo. Esto se completaba con la cría de vacunos y porcinos.
Las provisiones eran necesarias y esa necesidad dio origen a las primeras casas de Ramos Generales, como las del señor Pablo Possi, Esteban Daneri, Angel Mariscoti (padre) y López Hnos. La primera carnicería fue instalada por Esteban Rabia, a quien sucedió Aquiles Bertea.
El progreso iba llegando y la colonización avanzaba, el agro tenía prioridad y hacía falta un lugar para que los hijos de este pueblo que se estaba formando como tal, y debían arreglar las primeras maquinarias o medios de transporte con que contaban, afilar las rejas del arado, por lo que nació la primera herrería, de Vitale Epanimonda.
También llegaron los primeros panaderos, entre ellos los hermanos Monasterio y Juan Rosso.
Aquellos primeros pobladores que trabajaban de sol a sol, quebrando los duros terrenos de esas tierras vírgenes y que luego cultivaron en rebosantes vergeles, y cosecharan el cereal que se convertía en blanca harina, encontraron un lugar para el descanso semanal, un grato lugar de esparcimiento, para comentar los sucesos diarios que les sucedía, en los boliches o fondas de Graglia, Bartolo Bautista Bechero, Raúl Guido y también el hotel que perteneció al hermano del señor Ricardo Simonini, sustituido luego por Santiago Isoardi.
Hacía falta, también, alguien que mantuviera el orden, y fue designado don Darío Giraldi, como el primer comisario policial que tuvo Ticino.
Los primeros colonos que roturaron esa tierra virgen, en su mayoría fueron de origen italiano, que trajeron su experiencia secular, el ansia de trabajo y el espíritu indomable de su alejada y añorada península, José Spessie fue el primero de ellos en el año 1900, a quien sucedieron Jorge Gianoglio, Pedro Taricco y Antonio Bonetto, hacia el año 1906 y Antonio Picotti, Francisco Rubiolo, José Raca y Francisco Cardone, entre los años 1907 y 1908.
El nombre del primer médico que desparramó el bálsamo de ciencia no pudimos ubicarlo en la memoria, pero de cierto se sabe que quien sucedió a ese benefactor fue el doctor Cegarra en el año 1917.

Tierras

Las tierras dónde hoy se encuentra el pueblo habían pertenecido a los señores Arsenio Leyba y Anselmo Quinteros, éstos las habían comprado a los señores Félix Carranza, Seferina Narvaja, Federico Freytes, Clemente López, Vibiano Rodríguez y otra parte por remate público.
Después de un tiempo la sociedad de Leyba y Quinteros supuestamente se disuelve y el señor Leyba le vende su parte al señor Quinteros el 14 de enero de 1889, el día 23 del mismo mes, el señor Quinteros entrega las tierras al Banco Agrícola Comercial del Río de la Plata. Santos Beguiristain las compra, y en mayo de 1904 las vende a Pedro Llavet, finalmente en diciembre del mismo año llegan a manos del señor Thiele.
Juan Thiele había nombrado un apoderado general, Ricardo Simonini, quien sería el encargado de llevar a cabo los trámites correspondientes a la donación y transferencia de una determinada área de sus campos, a parte de otros servicios e intereses.
La intención de donar estas tierras al ferrocarril, era obtener los beneficios que significaba el paso del tren por sus campos, es decir, aumentaría el valor de sus propiedades.
El 30 de diciembre de 1909, se autoriza la escritura de transferencia que Simonini, como apoderado de Thiele, otorga a Víctor M. López, representante del Ferrocarril Central Argentino Limitado (Central Argentino Railway Limited). El apoderado Simonini, hace donación y transfiere a la compañía de ferrocarril un área de campo situado en la pedanía de Chazón, del Departamento Tercero Abajo (ahora General San Martín), provincia de Córdoba. Tierras enclavadas en la llamada Colonia María (en esa época), antiguamente llamada Paraje La Paja, siendo la extensión de las tierras donadas 366.017 metros cuadrados. Tierras que limitaban en ese tiempo con las propiedades de Juan Thiele al norte y al sur, al este con los campos de Villasuso y al oeste con las tierras de don Carlos Fragueiro.
De este modo, tras la transferencia Thiele renunciaba a hacer reclamo alguno por cualquier perjuicio que pudiera causarle la construcción de las vías y dicha estación, todo ello quedaba determinado en el plano O.T. 1576, firmadas por ambas partes interesadas.
En la actualidad la estancia se ha reducido a 1.400 hectáreas, por las sucesivas ventas y pertenecen estas tierras a la familia Villegas.



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