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Cacho hizo gala de su humor “li-ge-ro” |
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“Somos privilegiados de vivir en un paraíso llamado Argentina. Por eso debemos mirar hacia adelante, ser felices, ayudarnos para crecer aún más y criticar sólo cuando es constructivo. Debemos dar gracias a Dios de vivir en este, nuestro país.”
No se trata del discurso de cierre de ningún pre-candidato a las elecciones primarias ni el de un pastor de TV, sino del parlamento final -con palabras más, palabras menos- del espectáculo brindado por el humorista mendocino Cacho Garay, el sábado pasado ante un Teatro Verdi colmado. La propuesta, titulada “Humor sin vueltas”, comprendió un nuevo encuentro del cómico, cantor e imitador con el público local, cuya “banca” -consolidada en más de un lustro de funciones en la sala mayor de la ciudad- se precia en una audiencia que supera la barrera de los 30 años. Mediante su fórmula clásica de humor blanco o “humor sano”, Garay pergeñó sus relatos y chistes al pie siempre desde una mirada relativamente inocente y pueblerina -es nativo de Barrancas, en el interior de Mendoza- de las circunstancias cotidianas.
Gracias a tal definición idiosincrática, el humorista logró redondear una antológica recreación de su primer viaje en avión hacia Buenos Aires para actuar en el programa de “Don Tinelli”, donde compitiera -y terminara ganando- el Campeonato Nacional del Chiste, en el año 2000. “Allá gané porque fui el más votado...y eso que no había prometido nada”, lanzó Cacho rozando la veda electoral, aunque obteniendo para sí una de los mayores ovaciones.
Reconocido por su andar y hablar cansino (aunque sus pasos de cueca y ranchada lo rectifican), sus chistes no eran explicados porque estaban pensados para “un tipo li-ge-ro”. Garay no actuó solo, sino acompañado de dos músicos (un tecladista y “el Sordo” como guitarrista, un personaje en sí mismo), en quienes se apoyara para el último tramo del show, nutrido de la recreación musical “del recuerdo” (imperdible en sus shows), con temas de Safari, Industria Nacional, Palito Ortega y Los Iracundos, entre otros.
Previo al final y visiblemente “quebrado”, Garay recordó con una canción al cantautor Facundo Cabral, con quien compartiera un espectáculo a mediados de los años 2000, ofreciendo uno de los pasajes más emotivos de la noche. El cierre, como se había indicado al principio de la nota, se coronaba con un baño de optimismo. “Que al menos vivamos con una sonrisa en el alma”, concluyó. J.R.S.
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