Escribe: El Peregrino Impertinente
Existen tantas formas de saludarse, como lugares tiene el mundo. Bueno, no tantas. Muchísimas menos en realidad. O sea, bastante pocas si entramos a comparar. Por eso digo que existen tantas formas de saludarse como lugares que empiezan con la letra “X” tiene el mundo.
Veamos. En Latinoamérica, la gente suele saludarse con un beso en la mejilla o un apretón de manos si es entre hombres. En Argentina, el beso entre hombres es mucho más común, sobre todo si uno le debe plata al otro y se cree que con ese gesto cariñoso va a aplacar la sed acreedora del afectado. En Rusia, la costumbre está aún más arraigada. De hecho en algunas regiones hay hombres que se saludan con un beso en la boca. Que no se enteren los del Opus Dei.
En España, los besos son dos entre personas de diferentes sexos: uno en la mejilla derecha y otro en la izquierda. También en Italia, aunque allí se comienza por el cachete izquierdo. En lugares como Bélgica u Holanda, los besos son tres, y en países árabes, los hombres se llegan a dar hasta cinco.
En Japón, usualmente se evita todo contacto físico a la hora del saludo, por lo que una leve inclinación es más que suficiente. El nivel de la inclinación dependerá de la importancia de la otra persona. Si se trata de un emperador guerrero que regresó de la muerte, la reverencia será hasta tocar el piso con la muela de juicio. Si en cambio hablamos de algún ecologista que se opone a la caza de ballenas, bastará con escupir a un costado y mandarlo a la mierda.
Por último, en Nueva Zelanda y demás islas del Pacífico, los maoríes y miembros de otras etnias polinesias se saludan apoyando narices mutuamente por unos segundos. De allí que la bagna cauda haya sido excluida de la dieta popular.
En fin, que opciones hay.
Un saludo.
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