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Las señales de la ciudadanía desconcertaron a los opositores que esperaban mejores chances para enfrentar el fuerte liderazgo que hoy tiene la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner.
Algunos ya tiraron la toalla y piensan más en el Congreso que en el Ejecutivo, un retroceso que aumenta aún más la ventaja oficialista
La fuerza K dejó de ser un simple eslogan de propaganda para convertirse en una realidad que ni el más necio de los necios puede atreverse a negar.
Es que las primarias además de ser un hecho histórico (por primera vez se realizaron en Argentina) permitieron que la dirigencia escuche la voz del pueblo. Esa voz que indiscutiblemente se transmite con claridad a través de las urnas.
Y el pueblo habló, mayoritariamente, a favor de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La mitad del electorado le dio respaldo a su Gobierno, a su figura y al modelo de país que viene en marcha desde mayo de 2003.
Un dato que descolocó, desconcertó y arrastró por el piso los ánimos de los candidatos opositores.
Porque Cristina, no sólo obtuvo el 50% de los votos sino que sacó una diferencia de cuarenta puntos sobre los que se q uedaron con la ñata contra el "plasma" mirando el rostro implacable de una derrota que ni en sus peores pesadillas imaginaron.
La oposición, desmembrada y con ciertas alianzas atadas con alambre, creyó que las primarias eran una oportunidad de ubicar un candidato en segundo lugar con claras opciones de pelear en octubre y llegar a una segunda vuelta.
Un grave error de lectura política que tiene un alto costo para determinadas fuerzas que en medio de un vendaval deben "inventar" nuevas estrategias y mirarse en el espejo de la autocrítica.
¿Qué posibilidades tienen de gobernar dirigentes que no entienden las señales de sus pueblos?
Escasas, casi nulas. Y la oposición, sin duda, no captó ninguna señal y avanzó en su campaña convencida de que la gente "iba a castigar al oficialismo" por sus errores.
Todo fue al revés. Hubo premio para los grandes aciertos de Cristina y castigo para los grandes desaciertos de sus adversarios.
"Esta es una sociedad llena de contradicciones", señalaron voces de las minorías que basaban sus expectativas en el triunfo de Mauricio Macri en Capital Federal, de Antonio Bonfatti en Santa Fe o de José Manuel de la Sota en Córdoba y vieron caerse los castillos de naipes cuando esas provincias se inclinaron por Cristina el pasado 14 de agosto.
¿Son contradicciones o son señales de federalismo?
En los tres lugares, los pueblos apoyaron la continuidad de los gobiernos locales.
Y el hilo conductor fue el aval a la continuidad del Gobierno nacional.
"Estamos bien así", parece ser el mensaje en la superficie.
En la profundidad, posiblemente se encuentre un deseo de "federalizar" el país con administraciones locales autónomas que puedan acotar la centralización del poder.
La fuerza K tiene diversos ingredientes que van desde lo ideológico, la capacidad de gestión, el enfrentamiento con grandes grupos de poder, las medidas de inclusión social y el liderazgo de Cristina, una mujer que supo resistir duros embates sin detenerse, sin perder la brújula.
Debilidades ajenas
Pero, más allá de las ventajas propias están las debilidades ajenas.
Y la fuerza K también está alimentada por la debilidad de sus acérrimos opositores y en los cada vez menos firmes adversarios.
Quedó más que probado, después de las primarias, la fragilidad de ciertos dirigentes que prefieren "tirar la toalla" y pensar en el Congreso más que en el Ejecutivo.
Y otra vez, saltan las equivocaciones. ¿Van a prometer un Congreso fuerte los mismos que no lograron ni quórum para tratar temas importantes en los últimos dos años?
La memoria, en política, es fundamental. La ciudadanía votó en 2009 a legisladores de la oposición.
Les dio una carta en mano.
Les dio mayoría para actuar, recortar poderes, pelear la coparticipación, transparentar el INDEC (todas promesas de campaña).
Bien, no cumplieron aun teniendo mayoría en las bancas.
No supieron enfrentar las estrategias del Gobierno nacional que siempre se quedó con la última palabra. Y siguen sin encontrar el camino.
No basta con los discursos de la ética, la denuncia o la proclamación de la decencia. Esos son valores incorporados, no accesorios.
Algunos opositores, no todos, tienen que demostrar que son capaces de concertar, de unir a los diversos sectores y por sobre todas las cosas que pueden gobernar un país con firmeza, con coraje y sin someterse.
Hasta el momento, no han podido convencer a la gente de esas virtudes.
Cristina, convenció, demostró y recibió el premio de una sociedad que le depositó nuevamente su confianza.
CLASIFICADOS POLITICOS
"No sé de dónde habrá sacado (Oscar Lezcano) que me voy a ir antes porque
estoy cansado, no son muchas organizaciones gremiales las que
piensan así, son cinco o seis. Terminaremos el mandato."
Hugo Moyano
"El trabajo seguirá siendo un motor, no
solamente vinculado con la dignidad de los trabajadores, sino como
factor del desarrollo económico y social en la Argentina."
Carlos Tomada
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