Con el espectáculo “Monos logos”, el Elenco Municipal de Teatro ha encontrado una efectiva fórmula de trabajo que logra satisfacer a priori varios cometidos.
Por un lado, pone a prueba a sus integrantes ante el arrenalínico desafío de enfrentar al público como monologuistas, derribando la famosa “cuarta pared”. Por otra parte, insta a desarrollar las capacidades histriónicas de los intérpretes, en especial en sus lenguajes gestuales y corporales, recreando la modalidad, tan en boga, del “stand up comedy”. Y por último, delinea perfiles de personajes que se adecuan a las condiciones o potencialidades de cada artista naciente o en proceso de maduración.
Ello, sumado a que en la última versión de la propuesta -montada durante todos los sábados de agosto a las 22 en la medioteca- se ha establecido un criterio fijo de salidas. Anteriormente, el director del elenco, Walter Staüble oficiaba como maestro de ceremonias y solicitaba al público el orden de los monólogos a modo de menú opcional.

Pancho, el “candidato”

Dicha variable se suplantó por una apertura y una dinámica sin pausas de 13 pasajes actorales de similar extensión. La mayoría de los trabajos se puede agrupar en un solo gran tema: el mundo femenino, tanto desde una mirada endógena, empática y risueñamente catártica (como “Primera visita al ginecólogo” y “Mujer moderna”, a cargo de Andrea Quinteros o “Cumplir 50” y “Unos kilitos de más” de Eliana Rojas) o desde el punto de vista contrapuesto, con picardía mordaz (como “Peluquería de mujeres” por Leonardo Negro). Entre medio se cuela la visión maternal, gracias a Gabriela García, con aristas antagónicas: de sobreprotectora tratando de suturar el “nido vacío” (en “El hombre de mi vida se ha marchado”) a una muestra gratis de lo que significa soportar a un adolescente (“Más respeto que soy tu madre”, con Aldana Giordanengo).
El elemento sorpresa, de todos modos, emergió con “Pancho Ojeda presidente” (Alexis Pineda). Una delirante sátira a las campañas electorales -momento oportuno si los habrá- con guiños bien reconocibles (Pancho versus Patti, el represor) o declaraciones como “la Asignación Universal por Hijo no incluye a todos, por eso propongo la Asignación Universal por Celular”.
El final está reservado a la recreación de dos entradas más que complejas del exquisito conjunto Les Luthiers. Alberto Arce hace las veces de Daniel Rabinovich en “Un relato poco incorrecto” (originalmente “Mal puntuado”), mientras que Negro y Pineda -con interversiones de Arce- logran esgrimir “El merengue”, con un absurdo dueto de incongruencias. También participan Samuel Figueroa y Ezequiel Riesco.
Juan Ramón Seia