El intendente de Pampayasta Sud, Enrique Germán Baum (64) y su esposa regresaban el miércoles por la noche, alrededor de las 23, desde Córdoba hacia la localidad donde residen, a bordo de su Ford EcoSport, cuando fueron víctimas de los asaltantes.
Les robaron 1.000 pesos en efectivo, un bolso de mano y el portafolios del jefe comunal donde tenía toda la documentación del auto, documentos personales, tarjetas de crédito, cheques y otros documentos.
El hombre contó a EL DIARIO la experiencia que le tocó vivir “para advertir a los demás que no se confíen, porque de noche ese sector parece ser una zona liberada. Yo me bajé del auto, de puro inocente, acostumbrado al campo, nunca pensé que me podían asaltar”, dijo.
Baum recordó: “Apenas habíamos salido de la circunvalación de Córdoba, como viniendo para Villa María, sentí un traqueteo debajo del auto. Frené, me fijé, pero estaban las cuatro gomas infladas y todo parecía en orden. Me subí al auto y volví a arrancar. A los 50 metros, tuve que volver a parar porque el traqueteo seguía. Y me volví a bajar. Ahora sí, estaba la goma delantera izquierda desinflada. ¿Sabe lo que era? esto”, dice el intendente extrayendo de su campera un “miguelito” de gran tamaño, que deposita encima de un sobre blanco que hay en la mesa.
“Coloqué las balizas, busqué el gato y me puse a trabajar para cambiarla.”
“Segundos después sentí que me agarraban del cuello y me apuntaban con algo en la cabeza; podría haber sido un arma, un caño, un palo o un dedo, yo creo que era un arma. No vi de dónde vinieron. También la agarraron a mi esposa. No nos pegaron, pero nos agredieron bastante.”
“En eso, los faros de un auto se acercaban a nosotros por el camino de tierra, lateral, paralelo a la autopista. ‘Vamos, vamos, que ahí vienen’, dijeron. Cruzaron la ruta a la carrera y del otro lado, también en el camino de tierra paralelo, se encendieron las luces de un auto que los estaba esperando y se fueron. No era la Policía. Era un muchacho que trabaja en Vialidad. El me ayudó con el cambio de la rueda porque también me robaron la llave cruz y llamó a la Caminera. Desde el patrullero le dijeron que no podían venir porque estaban en una emergencia, llevando un niñito de días, y cortaron la comunicación. El muchacho se fue, porque estaba trabajando, y yo me quedé ahí viendo qué podía hacer, llamando a la Policía de Oliva, donde tengo conocidos. Adentro del auto, solos con mi esposa en medio de la noche, en esa tierra de nadie”, cuenta Baum.
“Al rato que nos habíamos quedado solos volvió el auto de los ladrones. Pude ver que se acercaban y apagaron la luz de la mano del frente. Supongo que venían a buscarme para pasearme por los bancos con las tarjetas y para que llenara un cheque en blanco que tenía en el portafolios. Pero no alcanzaron a hacerme nada porque el muchacho que me había ayudado antes volvió a pasar y al ver las luces de su camioneta huyeron otra vez. Me salvó la vida dos veces ese chico y ni siquiera recuerdo su nombre”, dice el intendente.
“La Policía llegó al lugar una hora después. Una falta de respuesta alarmante. Me reconocieron que habían cometido un error pero ya era tarde”, se lamentó el jefe comunal de Pampayasta Sud.