"El libro de los símbolos" (Reflexiones sobre las imágenes arquetípicas) combina un total de 350 ensayos de símbolos particulares con 800 ilustraciones representativas de todo el mundo y épocas de la historia, en un meduloso trabajo articulado por Ann Ronnberg y Kathleen Martin. Basado en la obra de Carlos Gustav Jung sobre los arquetipos y el inconsciente colectivo, el libro -publicado por Taschen- aborda desde distintas perspectivas a los símbolos: ya sea desde sus raíces etimológicas, el juego de los contrarios, la paradoja y la manera en que cada cultura le da una interpretación especial, un plus particular. "Cuando el alma quiere experimentar algo lanza una imagen frente a sí y después entra en ella", escribió Meister Eckhart (1260-1328), dominico alemán conocido por su obra como teólogo y filósofo y por sus visiones místicas. Los textos son breves y orientados directamente a dejar entrever la realidad arquetípica. Y aunque a veces el lector puede no estar de acuerdo con la visión dada de un símbolo, se puede acordar con este a partir de asociaciones alternativas. El libro está dividido en cinco grandes capítulos: Creación y Cosmos (agua, aire, viento, tiempo, fuego, luz y oscuridad, tierra); Reino Vegetal (árboles, plantas, flores mágicas); Reino Animal (criaturas primordiales, criaturas acuáticas, arácnidos e insectos, aves, animales salvajes, animales domésticos). También Mundo Humano (cuerpo humano, movimiento y expresión, fundamentos del trabajo y la sociedad, herramientas y otros objetos, casa y hogar, edificios y monumentos, color, sonido) y Mundo Espiritual (seres mitológicos, ritos y sistemas sagrados, enfermedad y muerte, alma y psique). En la introducción, los directores de la obra precisan que "un símbolo tiene la misteriosa virtud de unir disparidades y de crecer con el tiempo con significados y manifestaciones nuevas". Y nombran: "La física, la neurobiología y la genética por citar tres ejemplos han ofrecido en fecha reciente muchas imágenes simbólicas nuevas". Asimismo, los ensayos -como las energías simbólicas que describen- desembocan los unos en los otros de maneras que reflejan las convergencias inesperadas de la psique. El lector puede ver primero la entrada sobre ‘respiración’ y después sentir una atracción intuitiva por otras entradas como ‘viento’ o ‘ave’. El jardín como proliferación y floración creativa es presentado con varias imágenes y textos. Uno de ellos reza: "Nunca podemos domesticar del todo un jardín como tampoco nos es posible dominar el alma. Incluso nuestros esfuerzos más compulsivos por controlar o manipular un jardín están sujetos a la autonomía, la aleatoriedad y las sorpresas de la naturaleza". "Y con qué facilidad el jardín abandonado vuelve a ser silvestre con su espesura y enredadas parras invadiendo todos nuestros emblemas de civilización", dice otro. La imagen de un monje sentado contempla un jardín seco -que expresa las formas y los ritmos de la naturaleza como una esencia abstracta- en un monasterio del Daisen-in en Kyoto. Una gran reproducción de Botticelli de 1482 muestra a Flora la diosa romana de las flores. "No hay una señal más segura de la renovación del mundo, el despertar y el renacimiento" que una flor, dice el texto, que también llama la atención acerca de la sensualidad o las cualidades hermafroditas. La primera imagen del libro es un huevo, un símbolo que alienta muchos de los mitos de la creación: el universo nace de un huevo que contiene todo en su interior y sólo necesita ser empollado. Hay una pintura sobre madera procedente de la tumba de Tutan Kamon de la XVIII Dinastía y un huevo cósmico extraído de un manuscrito del Bhagavata Purana, una colección de decenas de textos religiosos del hinduismo. Entre definición y definición el lector se pierde, ahonda en un sentido y encuentra otros, una imagen dispara más palabras y todo se concatena y muestra un universo infinito de posibilidades. Un universo señalado por nociones que provienen de la antropología, la alquimia, los sueños, el arte, la mitología, la religión y la filosofía. Un libro para atesorar aunque el lector no adhiera a Jung, un pionero de la psicología profunda que siempre tuvo en cuenta la estructura de la psique y sus manifestaciones culturales.
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