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Los álbumes fotográficos, estrellas de la reunión - Un regalo sorpresa: la actuación del Mariachi Venus - |
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Ya pocos recuerdan aquel trato familiar constante, que se alimentaba de visitas semanales, fiestas navideñas, cumpleaños, bodas, cartas, telegramas, unas pocas comunicaciones por teléfono -de aquellos afortunados que tenían un ENTEL en su casa o en el vecindario- cuando la gran familia de inmigrantes convertía en un animado motivo de reunión hasta la internación del tío y aún el funeral de la nona.
El mundo cambió (vaya si cambió) y por algunas décadas la vivencia familiar fue algo más íntimo, más limitado a los próximos.
Muchos pioneros dejaron vacío su lugar en la mesa, sus hijos y nietos ocuparon el sitio, y la vida siguió (vaya si siguió), dispersándolos por el país y por el mundo, y distrayéndolos en la pertenencia a otros grupos: aquel sagrado compromiso de los tallarines con los mayores, cedió su importancia al asado o el café con los amigos del club, los ex compañeros, los de la colimba, los de la cuadra, las de la peluquería o del gimnasio.
Pero la raíz familiar tiene algo especial e insustituible: no sólo están los genes, sino algo más valioso aún que lo biológico: nuestra identidad cultural, ciertas formas de ser, de reaccionar, de transitar lo cotidiano.
Es decir, no somos el fruto de un repollo ni el mundo comenzó cuando nacimos. Allí están los abuelos, los tíos, los primos y esos mocositos para certificarlo.
Algo así pasó con los Seia, una vasta familia que se ramificó en más de cien años de presencia por esta zona. Oriundos del Piemonte, al norte de Italia, un puñadito de ellos se estableció en los campos de la región y tuvo descendientes por doquier, que por lo que se ha dicho, sintieron finalmente la necesidad de reconocerse, recordarse y recordar.
El bichito, como siempre, picó en los más inquietos: el vecinalista y dirigente lechero Gustavo Seia y la peluquera Estela Seia no sólo tuvieron la idea, sino que hicieron todo para que se concretara. Es así que ayer al mediodía, un centenar de parientes radicados en Villa María, Hernando, Idiazábal y otras localidades, se juntaron en el Centro Vecinal de barrio Almirante Brown y compartieron varias horas de afecto. Entre ellos, se contaron dos asociados de Cooperativa Comunicar, descendientes de Bartolomé Seia, uno de los primeros pobladores de Hernando.
Matizada por la actuación sorpresiva del Mariachi Venus, la reunión estuvo plagada de esperados abrazos y emocionados recuerdos.
Desde lejos, desde la propia Italia, la escritora Sonnia Chiabrando hizo su particular aporte en un reciente libro en el cual refleja el papel de los Seia como parte de la historia de nuestra zona.
Como se supondrá, los álbumes de fotos, algunos muy prolijos y documentados, corrieron de mano en mano, y sirvieron para revivir historias mínimas de gente común, como somos casi todos quienes poblamos este mundo.
Juan Carlos Seia
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