Todos a la costa, fue la consigna del último domingo de agosto. Una jornada que a manera de despedida dejó de regalo un anticipo de la primavera.
¡Qué hermoso día! Una expresión de alivio luego de tantas fechas del almanaque marcadas por la ola de frío polar.
Las abrigadas camperas, bufandas y guantes pasaron por un momento al olvido en algún rincón del placar y le cedieron gentilmente el puesto a las prendas más livianas.
Y las familias, los amigos, los más grandes y los más pequeños, los solitarios, los acompañados y los enamorados ganaron la calle y las orillas del Ctalamochita para disfrutar del relajante legado del clima.
Entre mates y motos, sonrisas, juegos, bochas y barriletes llevados por el viento norte, se fue armando el paisaje dominguero.
Postales para recordar que reflejamos en esta nota, llena de sonrisas, de ese encantador placer que proporciona sumergirse en los brazos de la naturaleza.