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Foto gentileza La Voz |
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¿Puede ser día de noche? ¿Se puede brillar ante las pocas luces que acababan de encenderse en el Orfeo? Jairo lo pudo lograr el sábado pasado al festejar nada menos que 40 años de carrera.
En tres horas y media, trazó un recorrido por sus temas más importantes con varios invitados sorpresa.
Eran las diez menos cuarto y todavía el show no empezaba. “¿Sabés lo que pasa? Hay un montón de gente afuera que espera entrar”, decía una mujer mientras las pantallas pasaban fotos del artista, con la conciencia de saber que estábamos cerca de las seis mil almas. A las diez en punto, Jairo entró con traje, camisa blanca y saco. De gala, de lujo, para una noche especial.
“Nuestro amor será un himno”, “Amigos míos me enamoré” y “Me basta saber”, fueron los primeros temas antes que el cruzdelejeño se dirigiera al público. “Muchas gracias y muy buenas noches. ¿Qué tal? Es una felicidad muy grande en esta noche semejante festejo. Es inesperado, si bien lo imaginé nunca lo hice así”, aseguró. “Cuarenta años son muchos o pocos, depende de cómo se lo vea. A mí me pasaron cosas y Dios me dio el don del canto, lo que me permitió viajar y sentir esto…”, comentó.
Tras clásicos como “Duerme negrito” y “Caballo loco”, recreó “Lucía se va”, la canción que le hizo a su hija cuando se fue a España, uno de los momentos más emotivos de la noche. Luego llegarían “La saeta” y “Revolver”, dedicado a Gardel y a su padre, en una de sus tantas referencias que iniciaban con la frase “Cuando yo era chico...”.
Buenas compañías
En el décimo tema de unos 37, subió al escenario Silvia Lallana para homenajear a María Elena Walsh mediante la recordada obra “Serenata para la tierra de uno”, con fotos de la gran escritora en pantalla. Apenas finalizó, Raly Barrionuevo entró a escena con su guitarra para interpretar “Luna cautiva”, del Chango Rodríguez, y terminar diciendo: “Tenemos algo en común Cruz del Eje con Frías, la ausencia de ferrocarriles”. Luego convocaron a Elvira Ceballos, la pianista no vidente, para recrear entre los tres “La pulpera de Santa Lucía”.
Acto seguido, una característica voz en off preguntaba desde atrás del telón: “¿Sos vos cabeza?”. Risas y carcajadas acompañaron la entrada de Cacho Buenaventura. Saliéndose del guión y logrando que Jairo se tentara hasta más no poder, cantaron juntos “Virgen morenita” y “Zamba de Cruz del Eje”.
Luego, la exhibición de un vídeo junto a Sandro, registrado durante la grabación de “Pulsera de oro macizo”, fue la antesala para que apareciera Lito Vitale e interpretaran juntos la canción que más le gusta a Jairo: “Ne me quitte pas” (No me dejes), del autor belga Jaques Brel, y “1964”, del disco dedicado a Borges. El cierre de la primera parte contó con la interpretación de “Milagro en el Bar Unión” y “Cuarteto Corazón”, acompañado por La Barra.
Bien “familiero”
Cuando todavía Elvira se hallaba en el escenario, Jairo hizo subir a su hija para cantarle un tema que le hizo cuando era chica. Después logró que ella cantara por primera vez ante público y fue con el tema “Ramito de violetas”, de Cecilia (Evangelina Sobredo Galanes), quien se lo dedicara al propio Jairo.
“Yo soy muy familiero”, aseguró antes de llamar a su hijo Yaco y cantar junto a él en francés “Je l’aime à mourir”. Además presentó a su hermano, que cantó un tema dedicado a México.
Daniel Salzano, quien a la altura de las compañías artísticas es más que un amigo, colaboró en los pasajes más emotivos. “Hay que advertir la trascendencia de la cifra de 40 años. Da miedo y, sobre todo, para estar al frente del pelotón y ser la mejor voz de la Argentina. Porque vamos, siempre se susurra pero nunca se lo dice en voz alta”, afirmó el escritor previo a una ovación generalizada. Además, contó que los cordobeses nacemos con algo de identidad que hace que entendamos todos juntos sin necesidad de traducir, “todos pertenecemos al mismo lugar”. “Jairo nació en Cruz del Eje, aunque tengo dudas que allí vivan las 250 mil personas que me dijeron que fueron con Jairo al colegio”, bromeó Salzano. Al finalizar, pidió que nunca se canse Jairo porque su voz no tiene aburrimiento y que por eso “lo necesitamos”.
Cierre de lujo
La última parte fue presentada por Rony Vargas y Mario Pereyra, quienes le preguntaron sobre su primer gran éxito. Luego de avisar que habría una sorpresa, comenzó a cantar dicho éxito. Al recrear “Por si tú quieres saber”, el telón de fondo se abrió y detrás se hallaba la Orquesta Académica Juvenil del Teatro del Libertador, dando el toque mágico que le faltaba a la noche.
El cierre contó con “El ferroviario”, “Los enamorados”, “El valle y el volcán” (tema que hiciera con María Elena Walsh), “La balacera” y, luego de los agradecimientos, el infaltable “Ave María”, con todo el Orfeo de pie.
Juan José Coronell
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