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El entrevistado y el autor de la nota, juntos, ante la cámara de EL DIARIO |
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Escribe:
Richard Kamienski
Hace ya dos años que este villamariense joven y talentoso tomó la decisión de emigrar, de salir a recorrer el mundo. Se trata de Jerónimo Fernández Riga, de 30 años. Si bien nació en la ciudad de Córdoba (el 20 de mayo de 1981), es villamariense por adopción, ya que sus padres Alberto y Mónica García, se mudaron a Villa María luego de residir un tiempo en Córdoba y otro en General Roca. Jerónimo siente que el colegio Rivadavia lo marcó, y ya sabemos que la infancia y la adolescencia son inolvidables en la vida de los hombres.
"La idea que yo tenía al principio, era recorrer, viajar... Laburar en cualquier cosa que no me atara mucho y seguir mi viaje a no sé hacia dónde. Pero cuando conocí Sevilla, me dije a mí mismo: éste es el lugar para quedarse un tiempo... Largo o corto, pero un tiempo. Y bueno, acá estoy hace dos años trabajando en el mismo lugar, que no es algo fácil de lograr; pero aquí los dueños del restó me quieren mucho; aprecian mi trabajo y yo estoy contento". Así, simpático, con la mirada franca y la sonrisa casi permanente, nos ofrece aquella primera frase, para enseguida agradecer la visita.
Nos invita a compartir una "cañita" (así le llaman en España a la cervecita servida en un vaso chico, lo que para nosotros en Villa María sería "el liso"(el que servía Palevich).
Luego nos presenta a sus compañeros de trabajo, un brasileño, una marplatense (como los dueños del lugar), y al rato, cuando termina su turno, comenzamos a caminar por las calles de Sevilla. Una ciudad única, diferente a todo. Es como caminar en un sueño de niño, cuando mis vecinos Pastor-Corres me hacían escuchar la música de su lejana y añorada España, seguro que ese recuerdo de tan querida gente, me disparó lo que les cuento de aquí. La tierra del cante jondo, nos muestra su rostro menos habitual: la lluvia. Nos metemos en un bar, "El Rinconcillo", en el centro de Sevilla. Miro una pared y en ella un cartel, que dice: “Casa fundada en 1760". Sí, así como les cuento.
"Siempre que puedo vengo aquí, ya que no sólo es muy bueno el servicio, sino que los precios no son altos. Es como estar un rato en la historia, ¿no?", dice Jero.
No pasó mucho tiempo en que apareció Jairo, uno de sus compañeros de departamento. "Hace unos días me cambié de residencia. Encontré a estos amigos que necesitaban un socio para rentar (alquilar), y bueno, me di con dos tipos muy piolas", comenta el villamariense.
Mientras hacemos la otra nota para el programa de Mirate "De aquí para allá", recorremos Sevilla de punta a punta, y Jairo nos hace de cámara móvil. Un tipo creativo y cineasta, actor dramático en México, pero sobre todo, muy buena gente.
Jero nos dice que a fin de año irá al casamiento de su hermana. “Por lo tanto estoy con mucha expectativa, tengo ganas de ver a mi familia. De todos modos estoy muy bien, y no extraño ya que estoy muy conectado con todos ellos", nos aclara.
La nostalgia, si la tiene, no se le nota para nada ya que, dice: "Quiero hacer mi experiencia, que es algo intransferible, único”.
“Sé que quiero vivir un año o dos en Inglaterra, o tal vez en algún otro sitio, pero viajar, conocer otras culturas, otras formas de vida... Eso sí, me encantaría caminar por Sevilla con mi viejo y agarrarme un ¡buen pedo con él!", lanza y suelta una sonora carcajada, que nos contagia.
Y hasta acá llegamos hoy. Jerónimo Fernández Riga y sus amigos me llevan a tomar el tren de alta velocidad, el AVE, que me lleva a Barcelona directo en cinco horas recorriendo nada más ni nada menos que mil kilómetros. Nos despedimos con un abrazo y mucha, mucha emoción.
Hasta la próxima para él y para usted, amigo lector.
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