Mientras, el artista principal de la noche venía a revalidar, aún con su humildad y perfil bajo a cuestas, todos los lauros que ha conseguido en los últimos años, a fuerza de constituirse como un verdadero faro del folclore joven, más alineado a las raíces populares y al compromiso social que a la búsqueda desesperada por el estrellato.
Ante un club Rivadavia totalmente colmado, se reeditó el clima de jolgorio universitario con el que había iniciado la Minga una década atrás en la vieja sede de la UNVM.
El crédito de Frías, Raly Barrionuevo, subió a escena en plena grilla de artistas jóvenes y ballets del Instituto de Arte Popular, a desandar cerca de tres horas de zambas, chacareras y canciones, para las delicias de la audiencia (aún con algunas quejas del sonido).
La programación también contó con Margarita Torrens, Eduardo Font, Néstor Maggi, Marcelo Gómez (apadrinado por Raly), el grupo de sikuris y los ballets de pre-infantiles e infantiles.
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