Este viernes se cumplió una década de la muerte de Jorge Barón Biza, uno de los periodistas y escritores más importantes que Córdoba pudo tener y disfrutar. Fue en la Sala del Consejo de la Escuela de Ciencias de la Información. A continuación lo más importante.
En un ambiente de constante emoción se llevó a cabo esta actividad organizada por la Cátedra de Movimientos Estéticos y Cultura Argentina de la Carrera de Comunicación Social que tiene como encargada a la profesora . No se podía esperar nada menos, ya que todos los que estaban allí, más allá del respeto, tenían por Jorge un cariño impresionante.
Para que usted, sepa quien fue este hombre, en forma sucinta trataremos de presentarlo. Periodista y escritor, fue colaborador de secciones como Cultura en varios periódicos argentinos como Clarín, Página/12, y en Córdoba en La Voz del Interior desde 1993 hasta 2001.
El desierto y su semilla fue su única novela pero exacta y perfecta según varios entendidos. Y en setiembre, del 2001 se arrojó desde el 12º piso cerrando con una cadena de suicidios empezada por su padre 37 años antes.
Para poder conocerlo más, lo graficaron ex colegas, alumnos y parientes de él en todas sus formas. El Barón Biza escritor estuvo a cargo de Carlos Gazzera - director de Eduvim entre otras cosas- Ana Tissera. Su labor como periodista fue comentada por su ex amigo y colega de La Voz del Interior Edgardo Litvinoff. Fernanda Juárez y Daniela Reynoso ex alumnas lo presentaron como docente y “el hombre” por Marcelo Scelso y Antonio Oviedo.
Luego de la lectura de “La Loca no se rinde” de Gustavo Navarro Horniacek, Ana Tissera comenzó con un encuentro con el escritor en dos circunstancias: “Uno en 1996 cuando trabajaba Borges me cito para entregar serie de documentos que el me prestaba para mi trabajo, con una calidad periodística impresionante”, comentó para asegurar que el segundo fue cuando lo leyó hablando del amor y sostuvo que “ambuló entre el amor y la escritura para salvarse de la muerte”. Gazzera por su parte comentó como lo conoció: “Si bien no lo conocí como quise, tuve una relación azarosa con su manuscrito”. “El tenía una visión que la crítica no lo entendía. El escribía en unos ‘90 con intelectuales a la intemperie, en la desazón del menemismo. Su tragedia familiar se nota en lo que escribe y porque también escribía la tragedia de un país, una comunidad.
“El Jorge periodista no renegaba de su pasado e historia, sino que se lo tomaba con humor, y lo que lo caracterizaba era quedarse hasta tarde en la redacción”, comenta Litvinoff. “La Nación, cuando se suicidió, tituló la literatura de luto y se quedaron cortos porque era más que eso. Y más que periodista era buena persona. Era un sabio, era personaje del Siglo XIX en el Siglo XX”.
Tal vez una de sus facetas más importantes fue como docente. Donde la ironía y el humor para enseñar fueron señalados, como su forma de vestirse por la alergia a la tiza. Por ser un extranjero en estas tierras, el hijo de Raúl Barón Biza, ayudaba a su estilo formal y cortés. “Y en los ‘90 al preguntarles por el fenómeno cultural de la década dijo la codicia”, sostuvo Fernanda Juárez para que entendamos de quién hablamos.
“El poder reconfortante de las palabras y de la escritura para reconfigurar el mundo, era lo que el trataba de hacer” fueron de las frases más impactantes que dijeron sus ex alumnas.
“Fue un tipo posibilitador y nunca vimos egoísmo en el que caracteriza en el ámbito académico, él era opuesto. Era militante de esa actitud y un tipo muy generoso”, sostuvo Reynoso.
“Ese era Jorge un tipo que sin estudios universitarios pudo dar cátedra en un país en donde los papeles valen más que las personas. Fue más periodista que otras cosas siendo él, con su manera de trabajar igual que la de vivir”, confirmó Antonio Oviedo, quien además lo definió como un periodista de raza.
A diez años de su muerte, la cátedra lo recordó y el Diario quiso estar ahí. Ese era nuestro homenaje.

Juan José Coronell