José Luis Serrano ha pergeñado uno de los personajes más genuinos, sanos y entrañables del humor cordobés.
Esa “viejita” de Traslasierra configura un icono indiscutible de la idiosincrasia del norte de nuestra provincia, pero a la vez conecta con los pareceres y actitudes más comunes frente a la vida cotidiana que transforman su lenguaje cómico en universal. Dichas características virtuosas, luego de 25 años de carrera, han llegado a su meseta lógica. Una repetición en el formato y un esquema ceñido al relato extenso sobre los avatares de Doña Jovita (en este caso, dentro de un “Jubi tour” por Bariloche y Termas de Río Hondo) han provocado una cierta pérdida de la magia necesaria que provee la expectativa (por la renovación) o una aceitada dinámica (como los shows de los capocómicos). Tal vez por ello se entienda el nivel de público (mitad de sala) que asistió el sábado por la noche al Teatro Verdi, en comparación con otras propuestas del género. No obstante, su florida narrativa, deudora de la transmisión oral y sus latiguillos coloquiales -como nominar a las partes pudendas como “el encuentro”- siguen siendo patrimonio cordobés.
J.R.S.
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