Una puesta inusual. Una trama sugerente e incisiva que satiriza al mundo del espectáculo. Un elenco conformado por intérpretes bien asentados en sus personajes que, según se observa en escena, cuenta con los recursos -compositivos, gestuales e histriónicos- necesarios para afrontar una pieza que se presenta exigente.
“La última diva” del dramaturgo y gran actor Sebastián Vigo, plantea -en plan de humor negro- una suerte de mini complot para elucubrar la muerte impostada de una gran actriz de época Beatriz Foucault (Vigo) que, con el paso del tiempo, ha tenido que desplazarse del “star system” y se ha recluido en su hogar-teatro. Para ello, el círculo secreto de la diva busca -y asesina- a una remplazante joven que la suplante en el entierro y cumpla con dos objetivos, para nada bondadosos: 1) eternizar al mito en aquellos años mozos y 2) lucrar con “el recuerdo” de la leyenda, a través de la venta póstuma de sus DVD´s. En medio de ese cometido, se desnudan las ambiciones, los engaños, las soberbias actitudes, las falsedades y las comidillas propias de ese microclima depredador e individualista. Lo peculiar del montaje es la figura del esposo de Beatriz, Silvio (interpretado por el villamariense Nicolás Miloc), quien aparece sólo con su rostro en la pantalla de un TV antiguo, aunque el público pueda ver que se encuentra en un segundo plano. Su imagen, parecida a la figura panóptica de Orwell en la novela “1984”, es la cual regula el plan cínico que se lleva a cabo. Completan el elenco Agustín Güemes (hace de Gladys, la ayudante de Beatriz) y Mariana Punta (la joven actriz). La obra, a cargo del grupo radicado en Buenos Aires, fue presentada el sábado y el domingo pasado en La Panadería.
Juan Ramón Seia
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