Basta repasar los títulos de los tres libros escritos por Andrea Britos (ya sea en solitario o en colaboración con otros investigadores) para tener una idea cabal de su campo de estudio: “Lectura, escritura y educación”; “Los profesores y la escuela secundaria, hoy. Notas sobre una identidad en repliegue” y “Más allá de la crisis. Visión de alumnos y profesores de la escuela secundaria argentina”. Temas que combinan fabulosamente la pedagogía con las ciencias sociales y que se presentan como urgentes de resolver.
“Estamos viviendo un cambio de paradigmas en la escuela, asistiendo a profundas mutaciones del escenario social que ha modificado no sólo el concepto mismo del saber, sino el de la cultura general y el de la cultura escolar” comenta. “Desde esta perspectiva, he intentado indagar sobre las formas de la experiencia escolar haciendo foco en la relación pedagógica real para la apropiación cultural en la escuela. ¿Cómo se transmite esa cultura? ¿De qué modo se ha modificado la enseñanza? ¿Cómo circula el “saber” a partir del cambio de paradigmas en la lectoescritura?”, se pregunta. Y con estas inquietudes como disparador comienza esta charla.

Nuevas tecnologías y pedagogía clásica

¿Se ha pensado en reformular la enseñanza a partir de las nuevas tecnologías o hace mucho que este ítem pedía un cambio?
-Creo que uno de los errores más comunes es pensar que esto es inaugural, o decir que la escuela está en crisis porque las nuevas tecnologías vienen a derribarla de su lugar hegemónico. Sería bueno pensar que este cambio de paradigma cultural viene a mostrarle una vez más a la escuela que hace rato que están pasando otras cosas afuera. Y no hay que plantear este problema como una disputa, sino que la escuela tiene que mirarse a sí misma y preguntarse qué está ofreciendo hoy culturalmente.
¿Algo parecido a lo que sucedió hace unos años con la llegada de la televisión?
-Claro. Ese fue un conflicto fuerte que también sacudió a la escuela: los medios de comunicación masivos. Se pensaba que éstos alejaban a los chicos de la práctica escolar y en un principio, la escuela intentó resistir y no dejar entrar al aula aquello que consideraba nocivo; es decir la televisión, la radio o los diarios. Hasta que al final, la escuela supo aprovecharlas, enseñando a través de vídeos educativos o analizando artículos periodísticos desde su concepción pedagógica clásica.
¿La escuela no ha sabido incorporar aún Internet a su pedagogía?
-Todavía no. Y en todo caso este será su gran desafío. Las nuevas tecnologías vienen a actualizar esa falencia de las escuelas y a erigirse en cierto modo como una competencia. La escuela fue perdiendo crédito en cuanto a lo que ofrece como “saber”.

Pantalla versus pizarrón

Los cambios tecnológicos, ¿modificarán la enseñanza de la lectura y la escritura también?
-Absolutamente. Y eso porque la lectura y la escritura tienen una forma en el código de la cultura escrita y otra en el código digital, que es el que hoy por hoy usan no sólo los jóvenes sino todos los docentes. A la escuela le cabe la responsabilidad de integrar esas nuevas formas a la enseñanza, pero no solamente como un recurso didáctico, sino de un modo vital, de un modo que tenga sentido para los chicos y con el que se pueda pensar a toda la cultura. Y esa integración debe ser inminente. Hoy, hasta nuestra forma de pensar está marcada por los tiempos de las nuevas tecnologías y los nuevos medios de comunicación.
¿La pantalla remplazará al pizarrón?
-Lo que te puedo decir es que hoy, acceder al saber a través de una pantalla no es solamente un modo de buscar información, sino un modo distinto de producir conocimiento y hacerlo circular. Y la cultura escolar debe tener en cuenta este factor en sus propuestas de enseñanza.
¿Esta integración se está pensando en todo el mundo?
-Se lo está pensando globalmente desde las políticas educativas. Hoy se plantea la distribución masiva de computadoras, por ejemplo. Y ese es un indicador muy importante en este cambio de paradigma educativo. Lo que pasa es que hay que ver cómo se acompaña esa política desde el cuerpo docente. Que una computadora entre a una escuela no quiere decir que se integre inmediatamente a la enseñanza. La computadora viene a romper con el cotidiano de esa escuela. Y lo importante es que la computadora se vuelva parte de ese cotidiano y no un objeto extravagante. Ese es el desafío.

Iván Wielikosielek
Especial UNVM