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Ricardo “Caco” Piñeiro, el de Unión, el odontólogo, el del restaurante... En la otra foto, el villamariense radicado en España junto al autor de esta nota, y con el Mediterráneo en el horizonte |
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Escribe: Richard Kamienski
Especial para EL DIARIO
En este viaje, mis queridos lectores, he ido descubriendo que las grandes ciudades de Europa no sólo son maravillosas, sino que tienen un entorno tan bonito como ellas mismas. Los suburbios, el conurbano, como decimos al referirnos a Buenos Aires, por ejemplo, son muy vistosos. Ya me había ocurrido con Madrid, cuando visité a los Cipolat, que viven en una ciudad cercana llamada Sevilla La Nueva, como les conté cuando escribí sobre ellos. Y ahora la sensación se repite con Barcelona, ya que me alojé en una ciudad hermosa que es Valldorex.
Allí encontré la casa de Ricardo Pineiro, nacido en Villa María el 22 de Junio de 1959. Es odontólogo luego de hacer la carrera con altos promedios en la Universidad Nacional de Córdoba. A los estudios secundarios los había cursado en el Instituto Rivadavia. En Villa María todos lo pueden recordar además por su actuación en el basquetbol, como gran jugador de uno de los mejores equipos de Unión Central, y siempre con la camiseta número 7.
Me recibió con los brazos abiertos y su enorme corazón de buen tipo. Me fue a buscar a la estación de Barcelona, a donde llegué a bordo del Tren de Alta Velocidad, una verdadera maravilla que puede recorrer los mil kilómetros que separan Madrid de Barcelona en 5 horas.
Enseguida me puso a disposición todo lo que se puedan imaginar... Hasta el par de zapatillas que tengo puestas en este momento... En broma le digo: “Caco, te las devuelvo en Villa María cuando vayas en octubre”. Y me contesta: “Tomatelas, loco. Llevatelas y que te sigan sirviendo”. Surge nuestra risa y la de Rubén Fernández, su compañero de la Facu, en Córdoba, y amigo inseparable aquí,en Barcelona.
Es que “Caco” (así lo llaman también sus secretarias en la clínica dental), es un tipo bonachón; es “Caco” para todos. Compruebo que lo mismo pasa en los dos clubes de golf a los que concurre muy asiduamente: “El `Caco´ es un gran amigo y un gran jugador de golf; es un gran chaval”, me dice Pepe, su profe. Y así me ocurre todo el tiempo.
Sobre nuestra presencia para realizar las entrevistas para EL DIARIO y para el programa De aquí para allá, de Canal 9, entiende que “es una idea genial, que sólo un loco lindo como vos puede llevarla adelante. Estoy orgulloso y agradecido... Cumpliste lo prometido cuando comimos aquella picadita en Valfré”.
s Lo profesional
En su clínica está con él su hija Julia, odontóloga recibida en Barcelona. Cuando le pregunto a ella cómo es trabajar junto a papá, me responde: “Es muy bueno, ya que sabe un montonazo. Es aprender todo el tiempo. Además es un gran orgullo y muy divertido. Aquí en la clínica se respira un gran ambiente laboral... Además está mi mamá, María Emilia, y mi primo, Quique Zurro. Es como que tengo a todos los que quiero mucho cerca mío, ¿vale?”.
“Caco”, además tiene un restaurante en sociedad con Alex Corretja (ex número 2 del mundo en tenis) y otro cordobés, Alejandro Caro, que es el mayor fabricante de dulce de leche del mundo. El local de comida argentina se llama “Alapieda” y es muy concurrido.
Es justamente Alejandro Caro el que me dice: "El director de mi producción de dulce de leche es un muchacho formado en la ESIL de Villa María, y ahora es mi socio; un capo." El chico en cuestión es Guillermo Maccarini, oriundo de Las Varillas y formado en el Trinitarios.
De vuelta con “Caco”. Lo escucho decir: “Mis hijas son mi gran tesoro. Julia y Rocío, ya las viste, son muy cariñosas conmigo... Ellas son mi gran remanso... Y son muy laburadoras y muy estudiosas... Bueno, qué querés que te diga, son mis hijas y las amo."
“Caco” Pineiro no ha cambiado nada de lo que era su vida antes de Europa, pero sí dice: “Aquí se está muy bien cuando sos trabajador. El valor del trabajo te lleva adelante, y a mí me va bien porque trabajo todos los días y vivo, ya lo ves, bien y con mucha actividad fuera del consultorio; muchos amigos y la misma barra desde hace 25 años, ¿qué te parece?".
Me lleva por todos lados, me va diciendo todo el tiempo lo qué teníamos en frente; un gran guía turístico. ¿Qué más puedo contar en pocas líneas? Sólo decirles que estuve como en mi casa, cómodo, porque este villamariense no te deja faltar nada. Todo gracias a este villamariense que no se olvida de nada ni de nadie de su querida ciudad: "No te vas a olvidar de entregarme el regalo de la Muni, ¿eh?".
Nos despedimos con un asadazo y un enorme abrazo. Gracias, “Caco”.
Pronto les envío la nota con Diego Olmedo y rumbo a Israel, en busca de Eduardo “Gordo” Cabral y otros villamarienses.
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