Los documentos oficiales dicen que se trata de un edificio de estilo art decó, pero algunos arquitectos locales se oponen a la idea. Aseguran que pertenece al género ecléctico, es decir, que está compuesto a partir de una mezcla de estilos. Para respaldar la afirmación, se basan en argumentos evidentes: los capiteles de las columnas son corintios, pertenecen al neoclásico. Los balcones tienen aires modernistas. Las puertas del garaje tienen algo del art decó. Por diseño y por historia, queda claro que se trata de un inmueble especial.
La Casa Sobral es una de las viviendas más celebres de nuestra ciudad. Allí vivió Don Antonio, el fundador de la Biblioteca Bernardino Rivadavia. Un pionero de la educación local, referente incuestionable de la historia de Villa María. Su aura es la que da vida al edificio, y su enorme trayectoria, la que permite bautizarlo con tal insigne nombre.
Otrora sede del Conservatorio Provincial Felipe Boero, el palacio está ubicado en avenida Sabattini 51. Víctima del abandono, su vetusta fachada refleja la huella de los años, el pasado de una ciudad. Vital experiencia la de contemplarlo sereno, durmiendo su siesta en pleno Siglo XXI. En la observación atenta se descubren los placeres de su traza, el gesto señorial, un lujo de la arquitectura villamariense.
Aquellas sensaciones van más allá en el ingreso a los interiores. Son dos plantas cargadas de historias, elegantemente adornadas. La forma circular del vestíbulo rinde homenaje a un enorme haz de luz que ingresa desde el techo. Allí es donde se advierte una bella lámpara araña y los vitrales que permiten la entrada del sol.
El pulso de lo antiguo dice presente a cada paso. En la planta superior las habitaciones se distribuyen en círculo, una pegada a la otra. Muros de señorial decorado, en tonos verde, blanco y dorado, facilitan observar a través de la ventana de los tiempos. Lo mismo hace el garaje, preparado para el uso de carretas.
La casa fue construida por el doctor Darrieu en 1923, y remodelada como sanatorio por el doctor Horacio Quiroga, en 1930. Años más tarde, sería adquirida por la provincia, para utilizarla como sede del Conservatorio Provincial de la Música. Funcionaría allí a partir de 1981. En 2008, la institución fue trasladada al edificio ubicado en calle Rawson, frente al Parque Pereira y Domínguez. A partir de entonces, el estado de desamparo del inmueble fue en aumento.
Hoy por hoy, la casa está siendo remodelada completamente. En poco tiempo pasará a ser sede del llamado “Centro Antonio Sobral”, una entidad educativa-cultural administrada por la Universidad Nacional de Villa María y la Biblioteca Bernardino Rivadavia. El lugar albergará oficinas administrativas y un espacio para la presentación de producciones locales. Asimismo, contará con una pequeña muestra sobre la vida del educador, que incluirá elementos usados a lo largo de su vida, además de textos y fotos.
Los viejos muros aguardan ansiosos el movimiento por venir. Por fin un poco de vida para este tesoro olvidado.

Ruta alternativa - Los viajes de Gulliver

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El Peregrino Impertinente

Pocas obras de la literatura universal están tan relacionadas con los viajes como “Los viajes de Gulliver”. El mismo nombre te lo dice: Gulliver. El texto versa sobre las aventuras del protagonista, cuyo apellido le da título al libro. Travesías que lo llevan a conocer fantásticas civilizaciones y lugares de lo más extraños. Fue escrito en 1726 por el irlandés Johnatan Swift, quien harto de que lo relacionaran equívocamente con picadillos y salchichas, se ocultó en el mundo de las letras.
La edición original se divide en cuatro partes: Un viaje a Liliput, Un viaje a Brobdingnag, Un viaje a Laputa (sitio complicado si los hay), Balnibarbi, Luggnagg, Glubbdrubdrib y el Japón, y Un viaje al país de los houyhhms (todos los nombres son transcriptos del original, de verdad). El primero, por lejos el más conocido, cuenta cómo Gulliver llega a un país de seres diminutos, quienes lo hacen prisionero y luego su aliado, hasta que finalmente escapa. En el resto, los encuentros son diversos: gigantes, magos, viejos inmortales y caballos que hablan, entre otros personajes dignos de destacar. Al principio, críticos y lectores pensaron que los estrafalarios escritos de Swift provenían de alguna adicción a la piña colada con kaotrina. Las generaciones siguientes siguieron pensando lo mismo, aunque también comprendieron que la obra era una crítica virulenta a la sociedad y los políticos de su tiempo.
Ejemplo de ello es un pasaje del capítulo uno, relacionado al armisticio que los habitantes de Liliput mantienen con sus vecinos de Blefuscu. Una guerra nacida de la negativa de estos últimos a cascar los huevos por su extremo más estrecho, cual es el caprichoso deseo del monarca liliputense. “Se ha calculado que once mil personas han preferido la muerte a cascar los huevos por el extremo más estrecho”, comenta Gulliver, en innegable metáfora. De alguna manera, el libro también insinúa la importancia que tienen los viajes a la hora de repensar nuestra propia sociedad.