Consternadas. Dolidas. Esa época apasionada de la vida, en la que a veces parece valer todo, les dio tremendos cachetazos en los últimos tiempos. Y ellas, preocupadas, quieren que el mundo se detenga para reflexionar y decir basta. Basta a otra muerte más en calles y rutas. Basta de muertes que se pueden prevenir con concientización, con cuidado, respetando la vida propia y ajena.
Florencia Cabrera tiene 15 años, cursa el cuarto año del Nivel Medio en el IPEM Manuel Anselmo Ocampo de Villa María y habla como una adulta. Con convicción y claridad: “Estoy mal e indignada. Esto no puede pasar más”, le cuenta a EL DIARIO.
Las horas previas a la entrevista en nuestra Redacción las dedicó a tirar líneas para que sea posible una masiva jornada de reflexión y concientización sobre el flagelo del tránsito. Se lo contó a su madre y recibió apoyo. Dialogó con la psicopedagoga de la escuela y tuvo su aval. Y se sumaron varios compañeros. Y así avanzó. Ahora quiere conseguir el Campus Universitario para que éste sea el escenario del encuentro y también pretende convocar a la Fundación Padres Guardianes del Camino, los que llevan adelante la campaña de las Estrellas Amarillas.
Florencia pretende un día de compañerismo para poder reflexionar sobre lo que está ocurriendo con este drama que apagó, en cuatro días, cuatro jóvenes vidas en la ciudad. Mate, partidos de fútbol, teatro: todas las actividades son bienvenidas para esta iniciativa que ella quiere instaurar una vez por mes, para “frenar esta locura”.

“Esto no va más...”

“Parece que hay que estar al límite todo el tiempo. Esto no va más”, lamentó.
Ella era amiga de Mayco, recientemente fallecido en un hecho de tránsito. A su lado, en el contacto con este matutino, está Martina Dalmaso, compañera de escuela, 16 años. Era amiga de siempre de Alexis, fallecido días atrás.
La muerte joven impactó profundamente en los jóvenes, según contaron las chicas. “Estamos todos mal, conmovidos, lo que pasó es tremendo y no queremos que muera nadie más”, concordaron. Confiaron en que, hasta los últimos sucesos, veían a la muerte como algo lejano. Y confirman que casi nadie usa casco. “Se los ponen para ir a cargar nafta o para andar por el centro por si está la Policía”, señalan.
Florencia resaltó: “Mi papá no me presta la moto, me dice que no me va a dar un arma. Hace falta un cambio en la mentalidad”.
La convocatoria está abierta. Los chicos del Ocampo también se pusieron en marcha para derrotar este flagelo.