Escribe: Alexis Zegatti

Las desprolijidades de la dirigencia de Alumni provocaron que el clásico que debía disputarse en Plaza Ocampo entre el “Fortinero” y Alem no se jugara.
Un teléfono descompuesto, que comenzó por la mañana y que a la hora del partido seguía sin tono, concluyó con el árbitro del partido, Adolfo Rodríguez, sorprendido por lo sucedido y explicando “nunca me pasó algo así”.
¿Qué pasó?... Una vez que los adicionales policiales, la terna arbitral, los planteles y los medios de comunicación estaban en el estadio, se conoció la noticia de que el clásico no se iba a jugar porque, según explicó la dirigencia del elenco local, “le comunicaron desde la Municipalidad” que el campo de juego no estaba disponible para jugar los dos encuentros programados.
Igualmente, la desinteligencia expuesta por la dirigencia “fortinera” en cuanto a lo que sucedió fue reprochable y, por la sucesión de hechos, todo hace suponer que el albirrojo hizo todo lo posible para no jugar el encuentro, avalándose en fundamentos que no tuvieron firmeza, y poder así darle prioridad al cotejo del horario nocturno.
Es que, el Alumnito -para sus directivos- es “una categoría formativa, no es prioridad”, aunque las últimas decisiones incidieron negativamente (en el último clásico con Alem no “pudieron” defender su oportunidad de clasificación).
Por su parte, Marcos Bovo, presidente del ente Deporte y Turismo, tras ser consultado por nuestro medio dijo que “ellos (por los directivos de Alumni) no son autoridad para suspender el encuentro”. Y minutos después, tras “palparse” lo que sucedía en la cancha, a través de otra comunicación telefónica explicó “todo estaba dado para que el encuentro se disputara, la cancha siempre estuvo a disposición”.
Lo cierto es que la autoridad del encuentro, Adolfo Rodríguez, esperó una voz oficial (aunque podría no haberlo hecho porque está facultado a tomar determinaciones) que le diera el visto bueno para disputar el cotejo.
Luego, en diálogo con la prensa, indicó que “desde la dirigencia local sostenían que les dijeron que no se podía jugar” y, al ser consultado sobre lo expuesto en el acta de suspensión, manifestó: “El campo de juego está en perfectas condiciones. Nosotros vinimos a jugarlo y el visitante también, y pese a que llovió y que el campo de juego fue regado, estaban dadas las condiciones para jugar”.
Por otra parte, el delegado del club local, Claudio Alvarez, reconoció a EL DIARIO que “minutos antes de las 10 de la mañana nos avisaron que de no llover podía ser utilizada, por lo que aseguramos el operativo. Al llegar a las 14, nos dimos cuenta de que sólo se podía jugar un partido; después, desde el ente nos autorizaron a jugar el encuentro a las 15.20, cuando ya no había más tiempo para nada” (a esa hora que indica el dirigente ya ni estaban los planteles, sólo interesados a ver el partido que debieron pegar la vuelta a sus hogares).
“Nunca hubo una voz oficial que suspenda o inhabilite jugar el partido”, reconoció el dirigente fortinero, quien además se preguntó: “¿Qué habría sucedido si se disputaba el partido y la cancha se rompía?”
Por su parte, la voz de Alem fue la del dirigente Marcos Negro, quien comunicó que los jugadores de su equipo “estaban listos para disputar el cotejo, pero por decisiones de la dirigencia local se impidió que se disputara, aduciendo que se iba a romper el campo de juego”.
Para el directivo del “León”, el partido “debería haberse disputado, ya que la cancha se encontraba bien, estaba el árbitro y también la Policía”.
Y, para concluir, Negro puntualizó que “el partido nunca se suspendió, no se jugó. El árbitro esperó siempre que una voz oficial diga que la cancha no estaba para jugar”. En ese sentido, reconoció que “protestarán los puntos” por cómo se dieron los hechos.
Lo cierto es que no hubo clásico y que se armó una “novela” que ahora deberá definirse en los escritorios.