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Federico Depetris busca dejar la marca atrás. El centrodelantero no fue bien asistido y quedó inmerso en la mediocridad del resto |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
Impotencia, nerviosismo, ahogo, imprecisiones, desconcierto, desprolijidades, frustraciones, desorden, carencias... Alumni es un cúmulo de todo esto desde hace tiempo. Y anoche nada hizo presagiar un cambio de rumbo. Al contrario.
El último de la tabla, el equipo que se equivoca siempre en lo mismo y a veces un poco más, fue superado por el puntero de la Zona Norte, un Tiro Federal de jerarquía, que ganó sin problemas 3-1 y dio la sensación de ser uno de los mejores del torneo.
A pesar de la lógica (aunque el fútbol muchas veces no la tiene), el cierre de la noche, esta vez, fue diferente: un grupo de hinchas se agolpó contra las puertas del vestuario para soltar los cánticos de protesta contra jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, redondeando una noche nefasta para el club de fútbol que representa a la ciudad en el orden nacional y que no encuentra la fórmula para ingresar alguna vez en el camino del éxito.
Tiro Federal, con su fútbol rápido y práctico de ataque, sumado al orden en defensa, no hizo más que seguir destapando las penumbras de Alumni, en Plaza Ocampo. Y desde un principio se notó esa diferencia entre quienes sabían qué hacer en la cancha y aquellos que, apretados por la pobre historia reciente, sólo expusieron cierta vergüenza deportiva para tratar de revertirla.
Llevado por el olfato goleador del delantero Leandro Armani, el criterio de Luciano De Bruno y el desequilibrio de Maximiliano Gómez, Bernardo Cuesta y Cristian Morales, el equipo de Ricardo Johansen fue rápidamente un constraste de Alumni. Por eso, al minuto de juego el arquero Sebastián Hernández vio cómo un disparo de Cuesta pasó cerca de su palo derecho.
De ahí en más, el equipo rosarino mostró tranquilidad y sólo pudo verse en peligro cuando, a los 6’, Alexis Díaz cabeceó en el área rival y Joaquín Lencinas envió un remate de derecha que Gastón Canutto tapó en la línea de sentencia.
En lo demás, Tiro Federal controló las acciones. A los 22’, Armani puso el 1 a 0 después de habilitar a Gómez y de aprovechar un rebote de Hernández.
A los 42’, el propio goleador se vio con la pelota en el área y definió de nuevo con maestría, posterior a un tiro libre de De Bruno que Casarini bajó por detrás de todos. Y un minuto después, Gómez aumentó la cuenta con un remate al primer poste, apareciendo por sorpresa desde el sector derecho.
Mientras todo esto sucedía, Alumni era sólo un combinado de tipos que corrían sin destino fijo, carentes de ideas, cuyo técnico Víctor Riggio trataba de encaminar sumando gente más arriba.
Pero no hubo caso.
Descontó el local en la única vez que se solidarizaron con la pelota en el ataque, cuando Renato Riggio tocó para Manicero y este sacó un disparo violento, casi en el final de la primera etapa.
Entonces el “Tano” salió con otra propuesta en el complemento: sacó un defensor lateral (Yocca), armó la línea de tres en el fondo y metió un volante (Leonardo López). Pero en la búsqueda del arco rival, Alumni no sostuvo atrás; en el mano a mano ganaban Armani y compañía, motivo por el cual Hernández salvó un par de veces lo que pudo ser una goleada más dura.
Es que Tiro Federal se paró de contragolpe y, si bien lució menos, no perdió concentración en los hombres compenetrados en salir rápido hacia los espacios vacíos que dejó el conjunto Fortinero.
Un débil cabezazo de Federico Depetris -a las manos del arquero-, otro del “Tanito” (desviado) y un disparo alejado de López, apenas alentaron una mínima esperanza de gol fortinero, aunque sólo fue un espejismo.
Lo preocupante es que Alumni pareció jugar “a lo que sea”. Y en un momento tan problemático, la tranquilidad para “juntarse y tocar” nunca aparece.
En cambio, Tiro Federal fue la otra versión. Canceló cualquier intento de Alumni por alguna maniobra personal y apeló a la sapiencia de sus mejores hombres para triangular en el medio o jugar bien de contra, donde tiene a un jugador (Armani) que parece conocer a la perfección el manual del centrodelantero.
Igual, esto poco le importó a los simpatizantes de Alumni, que explotaron porque no reciben nada desde la cancha. Por eso pidieron “que se vayan todos” y “que vuelva Arzubialde”, como un grito desaforado en una etapa crítica.
Cansada de la mediocridad. Así está la gente que va a la “Placita”.
La figura
Leandro Armani marcó dos goles y demostró que es un delantero de otra categoría. Además tuvo un muy buen trabajo el volante Maximiliano Gómez, quien siempre complicó por derecha.
El árbitro
Fernando Marconi llevó el partido sin problemas y aplicó muy bien el criterio a la hora de mostrar tarjetas. Su forma de conducir le permitió cometer muy pocos errores, al igual que sus asistentes.
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