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La educación vial en las escuelas, aporte prioritario para abordar el problema del tránsito y sus consecuencias en la ciudad |
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Escribe:
Lic. Sonia Paul (*)
En la Argentina, los accidentes de tránsito se convirtieron en la principal causa de muerte de los jóvenes. El 31% del total de las víctimas fatales que se producen por este motivo tienen entre 17 años y 29 años. Estos datos fueron suministrados por la directora de Investigación y Educación Vial de la Asociación “Luchemos por la Vida”, María Cristina Isoba. En un informe, la especialista afirma que los jóvenes protagonizan tres veces más accidentes que los conductores adultos y que, por lo general, son causantes responsables principales de los hechos. Los porqué de esta situación son múltiples. Fundamentalmente, el informe plantea que existiría una actitud contraria a la seguridad por parte de los jóvenes, motivada por su inmadurez emocional, su resistencia al respeto de las normas y la autoridad y la poca conciencia de los riesgos al conducir. Por ejemplo, hacerlo alcoholizados, excediendo las velocidades máximas, no usando casco ni cinturón de seguridad y no respetando los semáforos.
Claro que también muchos adultos son responsables de conductas similares y no tienen conciencia de las consecuencias posibles de su poca atención a las normas de tránsito y a los principios de la seguridad vial. No por nada la Argentina ostenta el triste récord de ser unos de los países con mayor cantidad de muertes por accidentes de tránsito a nivel mundial.
En el sistema de tránsito hay tres elementos que interactúan: las personas, los vehículos y el medio ambiente, incluyendo en este último desde las condiciones de los caminos hasta los factores climáticos. De los tres, el primero es el que tiene mayor responsabilidad en los accidentes. Según estadísticas de las Naciones Unidas, el 88% de los accidentes de tránsito es responsabilidad de las personas, el 6% restante de las condiciones ambientales y el 6% del estado de los vehículos. Entre la causas de inseguridad vial en la Argentina se pueden enumerar, por ejemplo, el mal estado de las calles, avenidas y rutas; la imprudencia de los conductores y de los peatones que no respetan las normas de tránsito; la gran cantidad de vehículos que circulan en las grandes ciudades y el desconocimiento de la educación vial, entre otras.
El tránsito, sobre todo en las grandes ciudades y en las rutas más frecuentadas, expone a conductores, pasajeros y peatones a una gran cantidad de situaciones de riesgo que muchas veces terminan en un accidente. Cruzar una calle, descender de un colectivo, adelantarse con el auto en una ruta son ejemplos cotidianos de los peligros que encierra la circulación cuando se actúa con negligencia y sin atención. Muchos conductores de vehículos no respetan las normas de tránsito simplemente porque las desconocen. La creencia de que un accidente sólo le puede ocurrir a otro es otro de los factores que provocan esta situación de inseguridad.
Los especialistas en seguridad vial consideran que la prevención es la herramienta fundamental para alcanzar un tránsito más seguro. Y específicamente hacen referencia al “manejo defensivo” para aludir al conjunto de precauciones que debe tener el conductor de un vehículo, con el objetivo de no generar situaciones comprometedoras.
Debido a las alarmantes cifras en materia de seguridad vial, las autoridades de Gobierno y la sociedad civil deben comenzar a buscar soluciones posibles a está problemática. Tanto a nivel nacional como a nivel local, implementando mayores controles e intentando aumentar la conciencia de toda la ciudadanía respecto de la responsabilidad de sus conductas como conductores y como transeúntes en la vía pública. En este sentido, la educación vial juega un rol fundamental.
La escuela es el ámbito ideal para transmitirla, ya que lo que se aprende en ella tiene efectos también en el seno de la familia y por ende en toda la sociedad. En este sentido, la Ley 23.348 fija la obligatoriedad de su enseñanza en todas las escuelas del país, con el objetivo de lograr en los alumnos la adquisición de hábitos que permitan acomodar sus comportamientos a las normas, reglas y principios de tránsito vigentes, y que entiendan que su cumplimiento por parte de todos es imprescindible para la mejor convivencia social.
(*) Docente de Nivel Medio y especialista en Psicopedagogía
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