Hay dos maneras de tomar el fútbol: jugarlo o sufrirlo. Ambos contrastes son moneda corriente todos los días, aunque en la Argentina no vemos muy seguido la primera de las sensaciones.
La vemos de vez en cuando; por ejemplo cuando vemos jugar a los brasileños.
Y una clara muestra de esto es lo que vimos el miércoles en el estadio cordobés Mario Kempes, cuando Argentina y Brasil empataron 0 a 0.
El partido fue chato y sin emociones. Pero hubo un momento, apenas unos segundos, que justificaron, para las miles de personas que lo presenciaron, haberlo vivido.
Leandro Damiao, como si estuviera jugando un "picado" en el patio de su casa o en un potrero del barrio, se mandó una maravillosa "bicicleta" y su disparo hizo que la pelota pegara en el palo. Si era gol, hubiera sido más que inolvidable. Sin dudas, una acción para imitar por parte de nuestros niños.
Gracias al fútbol que todavía brinda tanto talento, tanto desprejuicio y tanta despreocupación de presiones.
SEMILLERO
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