Hoy cumplirá cien años. No parece: se la nota de buen espíritu, en buen estado físico, lúcida y oye bien.
Nacida hace un siglo en el interior de Santa Fe, tiene tres hijos (un varón y dos mujeres), ocho nietos, 18 bisnietos y dos tataranietos.
“A esta altura uno siente muchas cosas, tanto el bien como el mal que uno ha padecido. Tuve una vida por momentos triste”, cuenta a EL DIARIO Josefa Negro de Fornero.
A los 17 llegó a Villa María y luego también residió en Los Zorros durante muchos años. De sus siete hermanos, está con vida María Victoria, de 88 años, con la que suele reunirse a conversar.
Trabajó en el campo y también cosió “para afuera”. “Hice todo lo que pude hacer y cuidé mucho a los enfermos de la familia”, subraya. “Coser era lo que más me gustaba, al igual que hacer la comida”, señala.
Cuando tenía 18 años, conoció a Ernesto Fornero. Era un 20 de junio, rememora. Eran muy amigos, pero se enamoraron y en abril de 1931 se casaron. Enviudó “hace 25 años, el 24 de julio de 1986”.
“Yo me doy cuenta que la gente me quiere. Todos me han apreciado muy mucho”, dice y le sonríe a Analía, una de sus nietas, la favorita. “Le tengo un cariño enorme”, dice la abuela y la mujer se emociona.
Muy creyente y devota de la Virgen de Lourdes, dice que ha pasado su vida “rezando y pidiendo que Dios me acompañe”. Se cuida en las comidas (le gusta mucho el asado y el bife a la plancha) “porque algunas me hacen mal”, duerme “más o menos”, le gusta ver cómo cocinan en televisión, el boxeo televisado y desacredita a Marcelo Tinelli.
Lee poco por problemas visuales, pero está informada y por eso subraya que “veo muy mal al mundo, me preocupa la maldad que existe y el egoísmo”.
Ayer se levantó temprano, a las 8.30, duerme siesta y le gustan mucho las plantas. “Ver las flores, regarlas, me encanta.”
Hoy habrá una reunión familiar ante tamaño acontecimiento. ¿Su deseo? “Quiero salir a pasear”, le confesó a EL DIARIO.