Enfrentados en la esquina de Buenos Aires y Rucci, dos edificios históricos de nuestra ciudad pasan la vida mirándose a la cara. De uno ya dimos cuenta en domingos anteriores: “La Casa Meroi”, referente del modernismo local. Del otro, nos encargaremos hoy. “Casa Salgado” lleva por nombre. Belleza y elegancia, por atributos.
La vivienda fue erigida en el año 1940 por el arquitecto Jaime Roca. Para esa época, muchos de sus inmediatos vecinos ya contaban con varias primaveras encima. Casa Meroi, la Catedral Inmaculada Concepción y la misma plaza San Martín, eran algunos de ellos. Sin embargo, la nueva mansión aportó al entorno una impronta diferente: la del estilo neocolonial. Una de las pocas construcciones en su tipo en toda la ciudad.
Lo hispano - portugués
Dicho movimiento arquitectónico intenta retomar la impronta colonial de origen hispano-portugués. Tuvo su época de auge a principios del Siglo XX y luego en la década del ‘30. La Casa Salgado respeta varios de sus lineamientos básicos, que pueden apreciarse fundamentalmente en el coronamiento o parte superior. Pero también en otros aspectos, como la utilización de adornos de hormigón en la fachada, arcos romanos, ventanas en madera, rejados y detalles en hierro, sutiles tejados y la presencia de balcones y patios, tanto internos como externos. Este último aparece sobre el sector de calle Rucci, acompañado de una abundante vegetación que revitaliza la estructura.
El inmueble está desplegado en dos plantas, con ochava recta en la baja y curva en la alta. Los ventanales que hacen esquina se apoyan en un soberbio barandal, el cual se asemeja a un balcón. Los verdaderos balcones, de estilos disímiles, dan a ambas calles laterales.
La estructura completa destaca por la calidad y resistencia de los materiales utilizados y por la coherencia de su diseño, respetado celosamente por cada uno de los huéspedes que se dieron el lujo de habitar en tan sublime morada. Entre ellos, los integrantes de la familia Salgado y el hijo del ex gobernador Amadeo Sabattini.
Su ubicación privilegiada, no hace más que mejorarle el talante. Emplazada en una de las zonas más agraciadas de la ciudad, disfruta del tenue movimiento que le da este sector del barrio centro, con el reflejo del verde que otorga la plaza San Martín. Sus aires señoriales y su delicadeza se encargan del resto.
Una casa distinta, para admirar, disfrutar e, inevitablemente, dejarse seducir.
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