Cuando le preguntaron sobre qué valor destacaría de sí misma, no dudó un segundo en decir "perseverancia". Rebeca Bortoletto es de esas mujeres que van al frente, que no conocen de horizontes, que siempre llevan bajo su manga otra carta para jugar, "un plan B, C, D, E…".
Nació en esta ciudad y transcurrió su infancia y parte de la adolescencia en las veredas de Villa María. Recuerda constantemente su familia, sus amigos, su escuela, sus clases de declamación, nunca olvida su origen. De adolescente debió decidirse por estudiar Periodismo, una carrera difícil por los tiempos en que se vivían, plena dictadura, más aún siendo mujer. Sin embargo, el apoyo incondicional de su madre y la perseverancia que la caracteriza, la llevaron a buen puerto. Hoy en día es una de las grandes voces de Córdoba, esa que cuando surcamos el dial identificamos al instante.
Invitada por el Taller de Locución y Oratoria que la destacada locutora local Stella Maris Cabrera desarrolla desde hace tiempo, los alumnos tuvieron el privilegio de entablar un intercambio dialógico con dos grandes personalidades como los son Rebeca Bortoletto y su compañero Mario Devalis.
En esta oportunidad nos centraremos en las palabras que les obsequió Rebeca. Una entrevista grupal en la que se entremezclaron las experiencias, las pasiones, los recuerdos y los consejos para las futuras camadas de locutores.
Entrevista realizada por el colectivo del Taller de Locución y Oratoria de Stella Maris Cabrera
Texto de Darío Falconi
El silencio se rompe con un agradecimiento. La humildad de Rebeca se manifiesta desde el primer momento. Es ella la que destaca el trabajo de la responsable de este taller. En sus palabras, "siempre me quedó el espíritu emprendedor de Stella, ella es muy luchadora; de hecho, con su trayectoria podría estar mucho más tranquila y sin embargo sigue haciendo cosas y me parece que encontró en la docencia, el lugar que muchos de nosotros encontramos para devolver lo que la misma carrera nos ha dado; devolverle a los alumnos la felicidad que les da este taller y que después se van a llevar enseñanzas para toda la vida."
Momentos antes de la llegada de los invitados, el grupo de locución se había reunido para organizar un cuestionario tentativo que no demoró en salir a luz.
Teniendo en cuenta tu trayectoria en los distintos medios ¿sentís que sos villamariense? ¿Sentís esa pertenencia a Villa María?
- “Sí. No pasa un día en que no me acuerde de Villa María, es mi casa, mi familia, es mi escuela, son mis amigas, es la gente que yo quiero; es una infancia feliz en la vereda del Kiosco Gallo, es el bulevar España y Salta. Yo creo que la gente que se olvida de los lugares de los que viene es gente que le falta un ancla. Aunque uno sea del mundo siempre es de un lugar pequeño, un terruño; y el terruño mío es éste, a pesar de que he perdido a mi abuelo y a mi papá, dos grandes anclas para venir a la ciudad. Ultimamente se me está haciendo un poco duro venir a la ciudad en este tiempo; pero sé que en algún momento volveré con alegría, porque no es sencillo volver a la casa de uno y que no estén aquellos que uno ama; están mi madre, mi tío y está todo el mapa de ser chico. Hasta los 17 años yo viví acá. Siempre tengo referentes, recuerdos de todos los tipos, yo no oculto que soy villamariense, todo el mundo lo sabe.”
Si tuvieras que mencionar una persona que te ayudó en la elección de esta carrera ¿tenés a alguien para recordar?
- “Tengo. Es una persona que no tiene que ver con la profesión, yo hice declamación y arte escénico durante 12 años, con María Cristina Soave, ella es una persona que defendió la vocación a capa y espada. Terminé el secundario en 1979, pleno proceso militar, era muy difícil estudiar Periodismo en ese momento, era mal visto, estudiaban otras cosas. Ella me conocía mucho, le dijo a mi madre ‘dejala que vaya a estudiar esto’, mi mamá decía ‘¿qué va a hacer? ¿dónde va trabajar? Se va a morir de hambre. No va a poder hacer nada. Nosotros somos de pueblo…’ y ella le dijo ‘de algún modo ella va a poder’. Hasta el día de hoy yo la sigo viendo, ella es mi maestra, me enseñó a leer y me enseñó muchas cosas. Creo que soy la alumna que más ha amortizado esos 12 años que me mandaron, porque de todos los alumnos que tiene son contadores, matemáticos, médicas; pero solamente dos son actrices en Buenos Aires y yo. Esa persona esta en mi corazón.”
¿Cómo hiciste para conjugar tu trabajo con su familia?
- “Uf (sonríe), eso es lo más difícil de todo, porque son dos empresas arduas y difíciles. A mí me tocaron muchas oportunidades de trabajo, siempre tuve dos y tres trabajos y una familia a la cual criar lejos de mis padres. Fue bastante dificultoso, tuve la fortuna de encontrar una buena empleada que me acompañó 25 años de la vida, me crió a mí prácticamente, tenía 23 años cuando la conocí a la señora Nena, muy buena, que nunca había trabajado fuera de la casa y me ayudó como una madre. Este trabajo depende del ánimo de uno, de la buena salud; la verdad es que he sido afortunada, he tenido buena salud, mis hijos también y luego todo se va haciendo práctico. No hay muchas costumbres que se hagan iguales a las que yo tenía en mi casa; algunas sí, pero no es perfecta la vida que se entrega en las ciudades grandes. Los chicos no rondan solos como se anda acá, allá todo es llevar y traer, acompañar, porque es peligroso… una vida ardua. Pero como yo encontré aquello que quería hacer en la vida, me parece que esa es la clave de la vida, me parece que esa es la clave de la felicidad, cuando uno hace lo que le gusta, le pagan medianamente bien, va progresando y además puede criar a su familia, tiene fuerza, amén de que yo siento que tengo una fuerza adicional que tiene que ver con la vocación.”
¿Quién es tu referente en el mundo periodístico y qué mirada tenés ante la nueva generación de periodistas?
- “He tenido la oportunidad de volver a estudiar, el año pasado hice la Licenciatura y me da la impresión que el tema de las redes ha cambiado bastante la perspectiva, en el sentido de que los chicos tienen un dominio de Internet, tienen noción de edición sonido, imagen, etcétera. Ahora, eso no significa que la visión de los acontecimientos, la posibilidad de manejar los distintos géneros periodísticos esté bien afianzada; tenemos un problema serio con el vocabulario, la forma de expresarse, la oralidad está en crisis. No vamos a la desaparición de la palabra, yo no creo, pero sí a una transformación, otros léxicos, formas de comunicarse más breves, con otros códigos, otros relatos. ¿Cómo veo yo a los jóvenes? Muy inmediatitas, con poca profundidad, con poco deseo de conocer más de los temas y muy enloquecidos con el tema de ser ricos y famosos. El fenómeno Tinelli también llega a los medios.
En cuanto a los referentes yo tuve grandes maestros en la Cadena 3, me gusta la forma de encarar la industria que tiene Mario Pereyra; me ha gustado porque es un gran organizador, un gran ordenador de equipos. Un hombre que sabe ver lo que el otro tiene para ponerlo en determinados lugares, es como un director técnico.”
¿Pensás que Cadena 3 se agrandó demasiado y deja pocas oportunidades a los medios más chicos?
- “Hay una tendencia en el mundo que dice que todo es global, estamos híper informados; no obstante la tendencia sigue siendo a lo local, porque a las personas aunque le cuenten lo que pasa en Nueva York, en India o Londres, quieren saber lo que pasa en España y Salta. La localía va a seguir siendo fuerte. La Cadena cumple otra función que tiene que ver con el acompañamiento, gente en las rutas o lugares adonde no llega ninguna otra radio; pero la radio local no va a morir ¡nunca! Es muy difícil conformar a todos, tanto es así que en un momento la Cadena se desequilibró, había dejado a Córdoba sin una exhaustiva cobertura; porque no entraba todo el material, todo es mucho más breve, no hay nada que tenga profundidad, todo es flash, flash, flash.”
¿Creés que la mujer ha crecido mucho en este tiempo?
- “Muchísimo, no obstante con heridas, de la familia, de las relaciones. Las organizaciones sabían que la mujer, al no tener juego en la economía, necesariamente tenían que depender de aquel que era el que traía de la calle, el proveedor era el hombre. Ahora se constituye en una igualdad y ahí empieza la negociación, el choque, empiezan los problemas, el qué pone cada uno… y las familias se hacen con tolerancia, generosidad, con mucha donación; yo no veo eso, hay que donarse bastante, en tiempo, afecto...”
¿Tu familia te apoyó en la decisión de esta profesión?
- “Estoy muy agradecida porque mi familia no tiene nada que ver con esto. Soy nieta de Don Gallo, del Kiosco Gallo, que murió el 5 de abril, me crié en ese mostrador. Mi abuelo era prácticamente iletrado, mi nona era Doña María, hija de inmigrantes, donde se comía pan y cebolla para ahorrar y poder comprar ladrillos, de ahí vengo yo, de esa familia. Mi mamá es la hija mayor de ellos y mi papá es el hijo menor de una familia en que son 11 hermanos, que habían crecido en el campo. Mi papá estaba siempre en el tambo, tenía sus vacas, no fue a la escuela más allá de sexto grado, pero tuvo educación. Mi mamá peleó mucho para que nosotros fuéramos a estudiar, somos la primera generación de un negocio, podría haberme quedado allí, porque tengo mucha vocación para el comercio, me gusta mucho conversar con la gente, pero mi mamá no quería que fuéramos parte de la organización familiar, donde todo es de todos y nada es de nadie.
Siempre peleó contra los varones de la familia que querían que nos quedáramos en el lugar y en eso fue una adelantada mi mamá. Juntaba peso sobre peso para que podamos hacerlo, por eso yo estoy muy agradecida y lo digo siempre, porque no hace falta pasar por la universidad, hace falta una visión humana de los hijos. Una visión desde la libertad, desde la construcción de persona, que el otro pueda ser diferente y que viendo a esa chiquita de 17 años, ellos vieran que yo me podía proyectar en una profesión que era riesgosa para ese momento y se arriesgaron igual. Para mí es un ejercicio de libertad tremendo que ellos pusieron en mí y lo llevo a todas partes, como un tesoro, y lo comento para otros padres y madres que tienen dudas, ayudar a los hijos a crecer, a ser lo que quieran ser.
Estos que eran tan sencillos, que venían de un mostrador, de las vacas, del campo, se dieron cuenta de la importancia que tenían y la madre no puede mirar para otro lado, la madre es el paragolpe, es el parante, la madre mira con los ojos del amor, mucho más que el varón. El varón tiene fuerza, tiene otras cosas, la madre es la que mira y tiene el plan maestro de lo que va a ser esa criatura. Por eso yo amo mi madre (y mientras nos cuenta esto, se le escapa un llanto). La amo porque en su sencillez tuvo mucha sabiduría, en medio de un mundo hostil como lo era, de varones muy bruscos, se supo plantar enseñándonos las cosas básicas de la vida.”
Enseñanzas en fin, de viejos inmigrantes italianos, que forjaban los valores del esfuerzo y la perseverancia en sus hijos; de allí proviene Rebeca, una mujer que supo hacerse su camino, el camino de la voz y de la vida.
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