Por cierto, la historia nunca termina y tantas crónicas, mitos y leyendas hay, que quedaron acurrucados en el corazón de fuego de los leños del fogón, esperando ser rescatadas por algún alma inquieta. Mas la memoria colectiva de los pueblos seguirá tejiendo pasados que un día fueron presente y futuro también. Y habrá fogones y pinceles y narradores que sigan agregando ramitas secas a la fogata, porque habrá también otros hombres y mujeres y niños que le darán a esta ciudad sus sueños, sus desvelos, su vida.
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