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La “Placita” fue inaugurada el 20 de setiembre de 1932 |
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El 27 de setiembre de 1867 Don Manuel Anselmo Ocampo sienta las bases de una nueva comarca en el corazón del país.
Ubicación privilegiada, le sospecha un futuro prometedor. La bautiza con el nombre de Villa María, en homenaje a su hija. La ciudad, varias décadas después, le devuelve una milésima parte del favor: llamará a su estadio Plaza Manuel Anselmo Ocampo. Mote apropiado para un reducto con la historia, el significado y la importancia cultural de nuestra “Placita”.
Inaugurado el 20 de setiembre de 1932, es sin dudas el máximo ícono del deporte local. Allí mismo, el fútbol villamariense vivió sus momentos de máxima gloria. Allí mismo, los vecinos vieron desfilar a varias de las más grandes estrellas argentinas del deporte de la redonda. Allí mismo, a lo largo de sus casi 80 años de anécdotas, un pueblo entero materializó su emoción a goles, pero también en torno a sucesos como los recordados bautismos multitudinarios, las galas estudiantiles y demás acontecimientos populares.
Y todos, latiendo fuerte en alguna de las seis mil butacas que el modesto y noble recinto distribuye a lo largo y ancho de sus cuatro tribunas. La que da a calle San Juan, con capacidad para mil personas. La que linda con calle La Rioja, con espacio para otras mil, al igual que la platea techada. Y la que le da la espalda al ferrocarril, con espacio para tres mil almas.
Los anales de la historia cuentan que la construcción de la por entonces llamada “Plaza de Ejercicios Físicos” ya formaba parte del presupuesto municipal en 1919. Pero diversas dificultades económicas, hicieron que el proyecto se posponga repetidamente. Recién en 1922, con la ayuda del Gobierno provincial, se erigió una pequeña parte de las instalaciones. El perímetro exterior comenzó a levantarse al año siguiente. El intendente era Vicente Martínez Mendoza.
Luego de casi 10 años, con Eugenio Parajón Ortiz al mando del municipio, la obra se vio concluida. Tuvo un costo superior a los 70 mil pesos de la época.
Maradona y algo más
Entre otras citas estelares, la placita recuerda con emoción la visita que la marcó como ninguna. Un tal Diego Armando Maradona aterrizó en su verde césped una noche de 1979, en un encuentro amistoso que disputaron Alumni y el Argentinos Juniors del ticinense Miguel Angel “El Zurdo” López. Bajo el cielo villamariense, el astro brilló con dos goles. En frente, el ídolo local, José Omar Reinaldi, disfrutaba las gambetas del mejor de la historia. La admiración de “La Pepona” se repetía en miles de orgullosos testigos.
A pesar de tantos “momentos vividos”, tal cual cantan las gargantas tribuneras, el municipio tuvo intenciones, en 2004, de poner el estadio en venta. La idea levantó una gran polémica, y despertó el rechazo popular. Cómo alguien dijo por ahí “La Plaza no se toca”. La memoria de una ciudad, tampoco.
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