Un accidente fatal, en el que perdió la vida una motociclista, tuvo lugar ayer sobre avenida Colón, a la altura de los semáforos que están ubicados en el acceso al barrio Las Acacias.
Se trata de Vilma Gladys Quaranta, de 49 años, quien se domiciliaba en Jorge Cafrune 1473 de barrio Parque Norte. La mujer trabajaba como cadete, a la vez que se desempeñaba como cronista deportiva (se especializaba en fútbol) para varios medios gráficos y radiales de la ciudad.
Vilma Quaranta era muy conocida en el ámbito del baby fútbol y la Liga de Fútbol Comercial, AFUCO.
Sus restos, velados en la Cochería Itatí, serán sepultados hoy a las 11 en el cementerio La Piedad.
Del fatal accidente participaron tres vehículos: la moto de Quaranta, una Econo Guerrero patente 401 BYC; un Peugeot 206, dominio ELK 449, en el que viajaba Flavio Bucheri, de 40 años, domiciliado en Río Cuarto, y el camión Scania 112 chapa VMF 368 con acoplado, matrícula DNL 829, guiado por Adrián Gustavo Bruno (37), oriundo de Rosario.

@ Quiso pasar al camión

Según el relato de testigos, el semáforo, de cuatro tiempos, tenía encendidas las luces rojas y cortaba el paso de ambos carriles de la avenida Colón. De los vehículos que circulaban con sentido sur-norte, encabezaba la fila el camión. Detrás, la motocicleta en que se desplazaba la víctima.
En dirección contraria, aguardaba la señal para continuar el Peugeot 206 gris.
Cuando la luz verde dio paso al camión, la cadete aceleró su moto para rebasarlo por la izquierda y adelantársele, pero no encontró espacio suficiente y rozó al 206 que estaba detenido aguardando luz verde y que le quedó delante a la Econo; la moto se desestabilizó y se desplazó nuevamente hacia la derecha y la mujer terminó bajo las ruedas del rodado de gran porte, que no había alcanzado a detener su marcha. Todo fue muy rápido.
Sobre la calle quedaron esparcidas una gran cantidad de migas de los pan casero que la cadete llevaba en la conservadora de su moto. Y monedas, muchas monedas de distinta nominación, para dar el vuelto.
Desolado, dentro de la cabina del Scania, con la cabeza entre las manos, con los antebrazos apoyados en el volante, el joven camionero ni siquiera se atrevía a mirar la escena de la tragedia.
Quaranta llevaba puesto el piloto amarillo para la lluvia y el casco protector. Su cuerpo quedó atravesado sobre la calle que a esa altura se va convirtiendo en ruta.
Llegaron Bomberos y Policía, acordonaron el sector y el tránsito estuvo interrumpido un buen rato, hasta que llegó el fiscal y ordenó el levantamiento del cuerpo.