“Seguimos apostando a crear en los chicos identidad y ese objetivo cruza todas las actividades”. Susana Ballarino dirige el IPEM 322 Manuel Belgrano, donde asisten 586 alumnos.
En su décimo aniversario, fueron la casa de la Feria de Ciencias Interinstitucional, dos alumnos participaron de las Olimpíadas de Historia alcanzando la instancia provincial, se continuó trabajando fuertemente desde el CAJ (Centro de Actividades Juveniles) y se efectuaron viajes.
“Con diversos trabajos se logró llegar con tres propuestas a la feria zonal y luego pasar a la feria provincial”, recalcó.
Dos de ellos obtuvieron menciones de Plata y de Bronce, “lo que nos llenó de orgullo”. También, Ballarino se mostró muy contenta por la distinción a jóvenes de Sociales en el Mercosur Joven, por un trabajo integrador.
La directiva subraya que los talleres del CAJ versan sobre medio ambiente y reciclado, que se hizo un mural en la escuela primaria y que, a fines de octubre, se hará uno en paredes de la Defensa.
“Estamos trabajando en un proyecto de Lengua, existirá una olimpíada de lectura con producción de escritos. Haremos una volanteada con los mismos para el cumpleaños de la ciudad”, apunta.
Por su lado, para el 18, dos días después del Día Internacional de la Alimentación, se pondrán en escena talleres especiales de tercer año, con exposición de trabajos de investigación sobre la alimentación en el país, en Latinoamérica y a nivel mundial, “especialmente centrados en un cambio de actitud”.
En cuanto a las propuestas planteadas este año en el marco de las ferias, los chicos presentaron la de “Sentados en la basura”, la que surgió al ver que el papel es lo que más se utiliza en el colegio y luego se descarta, al igual que las botellas. “Por eso, empezaron a llenar las botellas descartables con papel que ellos producen como basura y así armaron bancos que se colocarán en la zona de ampliación de la escuela, que se destinará al cooperativismo”, explicó Ballarino.
También pusieron ganas en iniciativas relacionadas al suero de la leche y un laboratorio móvil. “El año pasado los chicos habían hecho un laboratorio móvil en nuestra escuela debido a la necesidad de generar espacio; este año pensaron en las fábricas, una fábrica tambo necesita aproximadamente 20 mil pesos para generar un lugar que sea un laboratorio para controlar la calidad de lo que elaboran. Este laboratorio móvil cuesta la mitad del laboratorio tradicional con cemento. Serían 7.500 pesos según el cálculo que hicieron los chicos. Es financiado por nosotros con mucho esfuerzo”, precisó la entrevistada.
La Cooperativa escolar “Compartiendo caminos” vende lo que produce. Con el fondo común de la misma, este año se dispuso financiar estos proyectos generados dentro de la escuela. “Por un solo chico, todo esto vale la pena, así que hay que trabajar intensamente para que sean más de uno. Nuestro alumno necesita elevar la autoestima y conocer a otros chicos para que vean que son iguales, para que viéndose en el otro espejo puedan decir ‘Yo también puedo’; eso hace que el egresado que ingresa a la universidad o al Nivel Terciario raramente abandone. Creo que nuestros chicos están capacitados para ofrecerle a la vida la otra mejilla porque siempre lo hicieron; cuando la escuela les enseña a no ser menos que nadie, llegan lejos. El proceso es lento y es una pelea minuto a minuto, pero muy gratificante. Cuando te cuentan que estuvieron en las sierras se emocionan y eso te llena el alma”, concluye Susana Ballarino conmovida.