Heredera directa del rhythm and blues y del canto gospel de las iglesias, la música soul se proyectó de manera contundente como la auténtica expresión del orgullo racial de la minoría negra durante los años ‘60 y ‘70. Aretha Franklin fue una de sus figuras estelares e ícono indiscutible de este movimiento, que también incluyó a otros talentosos artistas, compositores y cantantes de color. El tema era que el sonido soul no se quería someter y circunscribir exclusivamente al espacio del gueto; era ambicioso y audaz y prometía constituirse como el alimento espiritual y musical de un nutrido grupo de exponentes del rock blanco. La palabra soul equivale a sinceridad y autenticidad, se ha conformado a través de los años como el perfecto relato de la experiencia de la población negra en su traumática convivencia con los blancos en los Estados Unidos. Las incursiones musicales de Franklin, las viejas y las más cercanas en el tiempo, son una muestra inequívoca del poder de su perfil, espacios donde pone de manifiesto su riqueza vocal y su capacidad para captar sentimientos universales. Quizás, esta sea la fórmula para explicar el porqué de un género que se ha convertido en un sonido atemporáneo. En la historia del pop, jamás se escuchó semejante exasperación emocional a la hora de interpretar una canción. Pocas voces han alcanzado la intensidad de los mejores momentos profesionales de Aretha Franklin.
Nacida en marzo del 42, en Memphis (los pagos de Elvis), tuvo la dicha de integrar una familia religiosa y muy espiritual, con una participación muy estrecha en la capilla de su barrio, de tal modo que sus padres eran cantantes de gospel en dicha parroquia. Fueron dos sus discos emblema, dos sencillos con los que el mundo la identifica de manera inmediata, "Rezo una pequeña plegaria" y "Respeto". En relación con esta última, puedo acotar que la esencia de la misma no es una queja, por el contrario, es una protesta, es el manifiesto del ama de casa y su más sublime aplicación al pop y a sus técnicas vocales. El resto es historia; entre 1967 y 1972, Aretha escribe el capítulo más brillante del pop negro, una decena de álbumes llenos de furiosos sonidos, de pasión y ternura, de profunda entrega y sentimiento, la convierten definitivamente en la "reina del soul", con total justicia. Tal vez, el mejor epílogo para esta entrega, sea recordar las palabras de la prestigiosa y también talentosa Lena Horne (colega de Franklin), cuando dijo: "Dentro de toda mujer, existe una Aretha Franklin gritando por salir..."

“Disco Show VM”

Bien sabido es que cierro mis entregas con algún condimento de las cuestiones locales, exigiendo a la memoria, para que me arroje datos amenos y puntuales para compartir con los lectores. Ya de adolescente, escuchar radio era motivo de alegría y sana diversión (además de económico, por cierto). Entre mis espacios preferidos, los domingos por la mañana, me instalaba en el patio de casa, bajo la sombra que proyectaba un inmenso árbol que mis padres habían plantado, para escuchar a José González con su "Disco Show VM" por Universidad, con el ranking de los 10 más solicitados; y a la tarde y por la misma sintonía de la emisora de los SRT, "Música y goles" con la conducción de Enrique del Campo, coronaban el domingo de mis sueños. Porque de eso se trata, la radio con su magia se convierte en el teatro de los sueños. Y el director de la obra, es cada uno de los oyentes ...
Hasta la próxima ...

Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO