No dejamos de preguntarnos por la situación de los niños y niñas, víctimas de los efectos de la manipulación de los agroquímicos tóxicos con los que sus padres tienen que “envenenar” el tabaco, los yerbatales, las zonas sojeras y otros sembradíos, sufriendo tales inocentes todo tipo de malformaciones congénitas, graves enfermedades del sistema nervioso central y discapacidades por los efectos de dichos plaguicidas.
Sus progenitores son explotados, engañados y esclavizados por las empresas que, irresponsablemente, degradan el suelo, contaminan el aire y envenenan el agua, habiendo provocado en esos sitios una verdadera catástrofe sanitaria, generada por la corrupción, impunidad y codicia de la red de comercialización.
Estas malformaciones son de por vida, y no son voluntad de Dios, sino por voluntad del sistema empresarial, sin olvidar que tenemos la responsabilidad ética, moral y ciudadana de denunciar a estas empresas para que les caiga todo el rigor de la ley, y a los funcionarios del Gobierno de turno de las corporaciones partidocráticas, por su falta de control en el uso indiscriminado de dichos productos, cuya Ley de Agrotóxicos debiera ser aplicada.
Enrique Cheli Pedraza
Docente de Córdoba
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